Karnaval (fragmento)Juan Francisco Ferré
Karnaval (fragmento)

"Si no es el dios K en persona, ¿quién es ese individuo alto y fornido que lleva puesta una máscara con su rostro impreso en ella? ¿Quién es ese individuo de cabeza rapada y qué se propone hacer en esta habitación? Aparte de la máscara expuesta con demasiado descaro, este enigmático individuo de intrigantes intenciones viste unos vaqueros lavados, unas zapatillas deportivas y una sudadera negra con una capucha retirada que abulta en su espalda. A juzgar por las peculiares actividades a las que se consagra en este momento podría decirse que se propone filmar una película, una anómala película, desde luego, de las que no se exhibirán nunca en salas convencionales ante un público más o menos numeroso.
Hay una mujer tumbada en la cama, desnuda e inmovilizada. Es guapa y joven todavía. Esa mujer se parece mucho a la actriz y modelo Kate Upton, el mismo pelo rubio, los mismos ojos azules, la misma nariz, el mismo lunar insinuante encima del labio, la misma boca y los mismos dientes, el mismo mentón, la misma silueta, los mismos pechos, el mismo problema de estrechez en las caderas, pero no es ella, por razones obvias, no es la misma persona. Las ligaduras que sujetan los brazos al cabecero de barras de la cama y las piernas son blancas y elásticas, aunque la mujer así apresada no parece resistirse ya como debió de hacerlo hasta hace unos minutos. Ahora se diría que ha perdido el sentido y mantiene los ojos cerrados. La respiración no deja lugar a dudas. No está muerta, aunque lo parezca, ni muestra ninguna herida ni lesión en el cuerpo. El enmascarado da vueltas alrededor de la cama comprobando como un maníaco que todo está en orden. Todo tiene que estar como él quiere, en esa posición y no en otra, como le han dicho. Los pies, el repliegue y el grado de abertura de las piernas y las rodillas, la curva de las caderas, la posición de los brazos y la cabeza, el gesto de la cara, y una larga melena rubia desparramándose en cascada sobre ambos hombros, así como los nudos de las ataduras, como si estuviera posando al gusto de un cliente de ideas de puesta en escena muy retorcidas y al mismo tiempo lógicas. "



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