Una mujer en Jerusalén (fragmento)A.B. Yehoshúa
Una mujer en Jerusalén (fragmento)

"Sin embargo, la secretaria, que lleva trabajando allí muchos años y que ha tenido ideas tan buenas como cambiar el nombre del departamento de personal por el de recursos humanos o incluir en las fichas de cada empleado una fotografía escaneada, no está de acuerdo con su jefe, que de vez en cuando sigue necesitando que ella le oriente. En esa empresa uno no puede desaparecer sin que nadie se percate. A cargo de cada trabajador, hasta del último de los cargadores o empleados de la limpieza, hay un responsable que controla su trabajo y vigila sus ausencias.
Y entonces invade a la secretaria un celo profesional, quizás con cierta carga moral, que la hace olvidarse de su casa, de la que se negaba a ausentarse hace apenas un rato; pero también se olvida de sus dos hijos mayores, que están esperando la cena, e incluso se olvida de la tormenta invernal que ahora está golpeando las ventanas. Parece que aquella inquietud por salvaguardar el buen nombre del dueño de la empresa se hubiese colado por la puerta cerrada de su despacho y la hubiera poseído también a ella, que enseguida se pone en marcha, y con la misma eficacia con que ha dado con la identidad de esa mujer, saca del armario de expedientes el resumen de la entrevista de trabajo que su jefe le hizo a aquella mujer el verano pasado, y a eso añade un breve informe del médico de la empresa. Hace dos agujeros en la hoja de la entrevista y en la ficha con los datos personales, coge el artículo con las dos fotos y también hace en él dos agujeros y después lo mete todo en un archivador amarillento y se lo ofrece a su jefe. Se trata de la primera documentación sobre el tema, que aunque todavía escasa ya puede servir como base para iniciar la investigación. Y como de repente el niño ha empezado a chillar en los brazos del director, ella lo coge y le pide a su jefe que se meta en su despacho y examine la documentación o que al menos se dé la vuelta para que ella pueda saciar el hambre de su hijo, que así no los molestará mientras averiguan «quién les ha jugado esta mala pasada». Pero antes de terminar de hablar, la secretaria ya se ha desabrochado el primer botón de la blusa para sacarse el pecho. "



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