La casa del sueño (fragmento)Jonathan Coe
La casa del sueño (fragmento)

"Pero Sarah y Veronica habían roto, eso era lo increíble. Ella se lo había contado esa noche. Se había acabado. La historia de las dos, y el sufrimiento de él, se habían acabado.
¿En qué situación le dejaba aquello exactamente? Mientras volvía a la cocina, su intención era quedarse en el umbral un momento, asimilar la escena con un mínimo de objetividad y decidir si quería sumarse a ella de nuevo o si era el momento de irse a la cama sin llamar la atención. Pero ahora le pareció que no tenía mucho sentido permanecer allí de pie, ni allí ni en ninguna parte; en el momento en que trató de quedarse quieto, o de resistir el impulso de echarse a andar, se dio cuenta de que estaba a punto de desmayarse; así que, dejando a un lado la conciencia de que se encontraba muy borracho, más borracho seguramente que en toda su vida, volvió dando tumbos hasta la mesa de la cocina y se desplomó, agradecido, en el asiento contiguo al de Sarah. Aún quedaban por lo menos diez o doce personas en torno a la mesa, y estaba abarrotada, de modo que Sarah y él estaban sentados muy apretados, casi uno encima del otro por culpa de la borrachera, mientras Terry seguía con sus cuentos y cundían las risotadas por todas partes.
Así que decide comprarle a su mujer un regalo de aniversario; es su décimo aniversario, y él dice: Ya sé, le compraré un animalito...
La mesa se hallaba cubierta de botellas y vasos medio vacíos. Robert no conseguía recordar cuál era el suyo. Probó el líquido que había en el fondo de un vaso, vio que era whisky, y lo volvió a llenar. Sabía increíblemente amargo. Conque entra en una pajarería y el dueño le dice: Bueno, ¿por qué no le compra un cachorrito?, y él le contesta: No, ya tiene uno; así que el hombre le dice: ¿Y qué me dice de un loro?, y él le contesta: No, ya tiene un loro...
Fue consciente de que el brazo de Sarah rozaba con el suyo, y de que su hombro se apoyaba pesadamente contra él, mientras alargaba el brazo para coger una botella. Estaba bebiendo ginebra a palo seco; hacía tiempo que se habían acabado los refrescos. Ella ya estaba echada hacia delante, como anticipándose al final del chiste de Terry, con la boca tirante de risa contenida; pero tenía los ojos sombríos, cansados.
-... así que le dice: Bueno, y esto ¿qué le parece?, y saca un animalito y lo pone sobre el mostrador. Y el tipo dice: Pero ¿qué es?, y el dueño se lo cuenta, y él le contesta: Estupendo. Así que el otro lo mete en una caja y él se lo lleva a casa para su mujer. "



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