La crin de Damocles (fragmento)Javier Pérez Fernández
La crin de Damocles (fragmento)

"Sin embargo, pensaba que era el día ideal para una redada en los almacenes de la estación: un día de perros, en el que nadie espera que la policía haga otra cosa que cubrir el expediente sin salir de su cuartel. Además, el juicio contra Hitler estaba ya visto para sentencia, y dentro de pocos días se conocería el veredicto. Con un poco de suerte, le caerían diez años, y si al mismo tiempo que el líder nazi era condenado a pasar una buena temporada en prisión golpeaba a las mafias, más de uno reflexionaría sobre la actitud que debería mostrar en lo sucesivo.
Por eso había elegido las ocho de la mañana para la redada, una hora a la que seguramente no habría casi nadie en el almacén. Se trataba de echar mano a la mercancía sin tener que meterse demasiado con las bandas que se dedicaban a esa clase de negocios: causarles pérdidas, pero sin organizar batallas.
Una redada a las ocho de la mañana, un par de detenidos de poca monta y cinco mil marcos de mercancía confiscada a los amigos de Krebs.
Seguro que no estarían muy contentos con él después de aquello. Seguro que le daba ocupación para una temporada; algo mejor en lo que entretenerse que aquella bazofia de los cortadores de melenas.
La lluvia arreció de pronto y Müller buscó el amparo de los soportales de la calle. Algunos de los locales que habían quedado abandonados el año anterior abrían de nuevo. Volvía a haber algunas pequeñas tiendas de ropa, y una cervecería nueva, y una charcutería, y hasta una sombrerería. La calle resucitaba al amparo del Plan Dawes y de la nueva moneda. Aquéllas eran las cosas que lo animaban a luchar con todas sus fuerzas contra la criminalidad organizada: la gente tenía que entender que había una oportunidad para trabajar honradamente.
Como todo lo bueno, pronto se acabaron los soportales, y Müller tuvo que arrimarse a la tapia de un solar. Lo separaban sólo doscientos metros para la comisaría, pero se iba a empapar de todos modos. "



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