Artículos científicos y pedagógicos (fragmento)Julián Besteiro
Artículos científicos y pedagógicos (fragmento)

"Inspirándose en los principios de la Ética de Aristóteles, escribía Teofastro, cuatro siglos antes de nuestra era, su tratado de Los caracteres morales con el fin de corregir a los hombres presentándoles un espejo fiel de sus vicios y defectos.
Montaigne en el siglo XVI y los moralistas franceses del siglo XVII; Charron, Pascal, La Rochefoucauld y, sobre todo, La Bruyère, imitado más tarde por Madame de Puisieux, siguieron en mayor o menor grado, la huella de Teofastro y sus escritos, frecuentemente más importantes desde el punto de vista literario que científico, pero ricos en observaciones y análisis delicados, ofrecen descripciones de caracteres que, como las debidas a la novela naturalista, especialmente a escritores de la índole de Balzac, cuyas observaciones estaban dirigidas por una concepción general, más o menos imaginativa, de la naturaleza psicológica de la voluntad, pueden ser de gran utilidad para las investigaciones etológicas contemporáneas.
Pero cualesquiera que sean los servicios que puedan prestar estos trabajos descriptivos a la ciencia moderna, parece indudable que los verdaderos antecedentes de los estudios acerca del carácter hay que buscarlos en los escritos de los pensadores alemanes. Müller aplica al carácter la antigua clasificación de los temperamentos, debida a Hipócrates y Galeno, aumentada por Cabanís y nuevamente corregida por Forsati y el doctor Fourcault. Kant, Lotze, Burdach, Wundt, adoptan igualmente esta clasificación fisiológica, fundando, el segundo y el último, la diferencia entre los cuatro caracteres principales en los diversos grados de energía o debilidad, rapidez o lentitud con que se producen los movimientos. Krause y sus discípulos Ahrens, Tiberghien, etc., distinguen entre temperamentos y caracteres y sólo aplican este criterio de clasificación a los primeros.
Hasta el año 1843 no se ha manifestado una concepción bien determinada de la ciencia del carácter. Consideraba Stuart Mill que podía constituirse la Etología como una aplicación de la Psicología, mediante la deducción de los casos particulares que cada espíritu individual ofrece, a partir de las leyes generales psicológicas. Y este pensamiento de Stuart Mill trató de realizarlo Bain en 1861, publicando su Study of character.
La Etología que, según Stuart Mill, contenía en sí el arte de la educación, no hubo, sin embargo, de consolidarse. Tal vez influidos sus fundadores por las concepciones psicológicas de Locke y Hobbes en Inglaterra, de Condillac y Helvecio en Francia, que habían fundado la Psicología empírica sobre la pretendida similitud de los espíritus individuales, consideraron al carácter como la diferencia que el medio físico y moral opera entre espíritus dotados por la naturaleza de cualidades enteramente iguales y aplicaron a la ciencia nueva un método demasiado estrecho. Y de este modo, ellos que tanto habían contribuido al estudio lógico de la inducción y de los métodos experimentales, cerrando el paso a la experimentación, hicieron imposible el futuro desarrollo de la Etología. "



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