El último suspiro (fragmento)José Giovanni
El último suspiro (fragmento)

"Gu había pasado por Burdeos; un tipo conocido tenía un hotel alojamiento; Gu llegó muerto de fatiga. De ahí le había llegado la ayuda material para la evasión: sierras y el primer dinero. Se lo esperaba por lo tanto un poco, pero había muchos profesionales en el hotel y Burdeos hormigueaba de confidentes.
Le consiguieron un Colt 45 y dos cargadores. Los papeles falsos se revelaron como superfluos; no tenía la intención de tratar de influenciarlos si los paraban en una esquina.
Dejó Burdeos cuarenta y ocho horas después, vestido con un pantalón y una canadiense, calzado para caminar. Llevaba colgada una ancha caja de cinc como la de los plomeros. Usaba una gorra vasca.
Llegó a París utilizando las vías férreas auxiliares, de ómnibus en ómnibus. Dormía en el tren o terminaba sus noches en la sala de espera. Comía pan y salchichón y tomaba el grueso tinto de su condición social.
Atravesó Normandía y tres días después de su partida de Burdeos, ancló en Chatou a algunos kilómetros de París.
Alcanzó a pie la línea de ómnibus, bajó en el Pont de Neuilly y tomó el subte.
Le parecía no haber abandonado nunca la vida libre. De tanto en tanto tocaba la corteza dura de la Colt y se sentía menos vulnerable. El subte lo dejó en el Rond-Point de los Campos Elíseos. La medianoche no estaba lejos. Subió lentamente la avenida Montaigne. Más se acercaba al establecimiento de Manouche más lo ganaba la emoción. Caminaba por la vereda de enfrente. Se apoyó contra un árbol, al abrigo de un gran coche americano estacionado al lado de la vereda.
—Mi Dios, diez años —murmuró.
Se dio algunos segundos antes de atravesar la avenida. En ese momento Jacques y Alban salieron sosteniendo a un tipo. Lo depositaron contra un árbol. Gu devoró a su querido Al con la mirada. No conocía a Jacques: lo vio hablarle al portero y el gran cuerpo de Alban se hundió en el bar.
—Sin duda un borracho —se dijo Gu.
Estaba sucio y decidió dar una gran vuelta antes de entrar por las cocinas. Cuando se presentó a la puerta de servicio algunas personas salían precipitadamente. No se animó a preguntar a nadie y se alejó. Con un vago malestar abandonó el sector en dirección a los muelles del Sena.
Sabía que Paul había muerto. Pero la presencia de Alban implicaba la de Manouche. Tomó maquinalmente el camino de la avenida Bosquet. La esperaría en la puerta, seguramente tendría un amante que no podría ser sino un hombre seguro. "



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