Sobre las virtudes (fragmento) Filón de Alejandría
Sobre las virtudes (fragmento)

"No faltan, ciertamente, quienes, excitados por la temeridad y asistidos por la fuerza corporal, pertrechados para la guerra con sus armaduras completas, han derribado en general matanza un inmenso número de contrarios, ganándose de ese modo el impropio aunque bien sonante renombre de valerosos, no obstante que, aun cuando son reputados sobremanera gloriosos por los jueces en la materia, su natural condición y la práctica los ha convertido en seres salvajes y bestiales, sedientos de sangre humana.
Pero hay otros hombres que, aunque pasan sus días dentro de sus casas, con sus cuerpos descarnados a causa de largas enfermedades o por el peso de la vejez; pero sanos y jóvenes, sin embargo, en la parte superior del alma, llenos de sensatez y rebosantes del más resuelto coraje, sin echar manos, ni en sueños, a las armas de defensa; muchas veces con iniciativas provechosísimas para la comunidad, consistentes en excelentes consejos, han remediado críticas situaciones de los asuntos privados de cada uno en particular, y de los negocios públicos de sus países, ajustándose, sin menoscabarlas ni desvirtuarlas nunca, a sus convicciones acerca de lo provechoso.
Éstos, los aplicados a la práctica de la sabiduría, son, pues, los cultores de la verdadera valentía; los otros, los que viven en esa casi incurable enfermedad que es la ignorancia, cultivan la falsamente llamada valentía, la que bien podría denominarse temeridad, la valentía de mala ley, como se dice hablando de monedas, mera apariencia de la verdadera imagen.
Hay además en el curso de la vida humana otras no pocas situaciones reconocidas como difíciles de afrontar, tales como la pobreza, el descrédito, la pérdida de miembros o sentidos, y las variadas formas de enfermedad. Ante ellas los escasos de inteligencia muestran debilidad y no son siquiera capaces de sobreponerse pues están dominados por la cobardía; mientras que los llenos de sabiduría y nobleza reaccionan valerosamente y las afrontan con grande vigor, tomando las consecuencias y amenazas de las mismas por cosa harto digna de risa y chanza. A la pobreza oponen ellos la riqueza, no la riqueza ciega sino la de aguda mirada, cuyos ornatos y tesoros tienen por natural depósito al alma.
La pobreza, en efecto, ha postrado a innumerables hombres, los que sucumbieron, cual atletas exhaustos, debilitados por la falta de coraje; no obstante que a juicio de la verdad ningún hombre en absoluto es pobre, por cuanto tiene por proveedora a la riqueza de la naturaleza, de la que no puede ser privado, riqueza constituida por el aire, el primero, más necesario y perpetuo alimento, que respiramos incesantemente día y noche; también por fuentes copiosas y por las corrientes siempre fluyentes de los ríos, tanto de los que son alimentados por las lluvias invernales como de los que nacen en fuentes del país, fuentes y comentes que proveen de bebida; y además por las cosechas de toda suerte de sembrados y las diferentes clases de árboles que siempre producen sus otoñales frutos año tras año, sembrados y árboles que nos procuran comida. Nadie, ciertamente, carece de estas cosas, antes bien, todos y en todas partes cuentan con una grande y hasta superflua abundancia. "



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