Frío (fragmento)Julián del Casal
Frío (fragmento)

"Anochece. El disco rojo del sol, como redonda mancha de sangre, caída en manto de terciopelo azul, rueda por la bóveda celeste hasta borrarse en el mar. La atmósfera se impregna de perfumes invernales. La niebla envuelve, en su sudario de gasa agujereado a trechos, las cumbres empinadas de las montañas lejanas. El viento agita las copas de los laureles, alfombrando las alamedas de hojas amarillas y plumas cenicientas. Los gorriones tiritan en sus nidos. Se oye a lo lejos el mugido imponente del mar, cuyas ondas verdinegras, franjeadas de blancas espumas, se hinchan monstruosamente, se levantan majestuosas y se estrellan en las rocas puntiagudas.
Desde la puesta del sol, el silencio se difunde por las calles. No se oye más que el rodar de los coches, el silbido de los ómnibus y la vibración de alguna campana. Los transeúntes, calado el sombrero hasta las orejas, metidas las manos en los bolsillos, alzado el cuello de terciopelo del gabán, son cada vez más raros. Ninguno se detiene un instante. Todos marchan deprisa, como si temieran llegar tarde a una cita dada por una mujer hermosa, apasionada y febril, que, irritada por la tardanza, se entretendrá en deshojar las flores prendidas en el corpiño, en rasgarse las uñas sonrosadas o en quebrar las varillas del abanico.
Amoratando los rostros, entumeciendo los miembros y rajando los labios, el frío se propaga, sin temor al gas, sin compasión para el pobre y sin respeto al hogar. Quiere penetrar a la fuerza en todas partes. Pero se le da con la puerta en las narices. Entonces se queda solo en las calles, haciéndonos desertar de ellas porque nos obliga a refugiarnos en algún café en algún teatro. "



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