Vidas erráticas (fragmento)Gianni Celati
Vidas erráticas (fragmento)

"Muchos hablaban de él como un autor clásico que sería recordado en los siglos venideros, teniendo ya un puesto asignado en la historia de la literatura de nuestra nación. Había escrito veintisiete novelas históricas: había sido premiado con seis medallas de oro; era respetado por su pasado político; se decía que había luchado en el monte contra el invasor alemán; por todas partes se le honraba como autor nacional entre los más insignes, y como persona moralmente íntegra. No se había casado nunca, no había procreado hijos, solamente libros, veintisiete libros: y habría podido pasarse el resto de su vida en un pacífico sueño nunca turbado por ningún mal pensamiento, allí en su alto estudio de Villa Peruzzi, desde el que se dominaba toda la llanura hasta ***.
Volviendo ahora a mi compañero Malaguti, recuerdo que una vez, mientras lo acompañaba a su casa, apareció en la calle un coche blanco con anchos guardabarros a la antigua. Luego, este coche nos empezó a seguir todos los días durante un tramo de la calle, como una escolta, con un anciano señor dentro que nos lanzaba sonrisas y nos saludaba con la mano. De ese modo adiviné que aquel caballero de pelo blanco venía a cortejarnos, pero no supe a quién de los dos quería cortejar hasta que fuimos a su casa: entonces comprendí que se trataba de Malaguti.
Y aquello supuso un gran giro en nuestra relación, porque luego Malaguti tenía que ir siempre a casa de aquel señor, y algunas veces me dejaba plantado en la calle y me pasaba las horas muertas esperándolo.
Nunca olvidaré las villas del barrio Comboni entre las brumas otoñales, con el fastidio de no saber adónde mirar para pasar el tiempo, a falta de dinero para ir al cine. Niebla por todas partes, y allí me veo, bachiller en ciernes desorientado, mientras camino de un lado para otro delante de una villa esperando a que salga Malaguti. Mi compañero estaba allí dentro con aquel señor del coche blanco, y creo que se había olvidado completamente de mí. ¿Qué esperaba yo en medio de la niebla? Todavía me pregunto qué tormento era aquel que arrastraba a todas horas, el tormento de no saber qué hacer conmigo mismo. La vida no estaba nunca donde yo estaba, siempre estaba en otra parte. Puede que ahora estuviese dentro de aquella villa con Malaguti y su cortejador, que a buen seguro no se estaban aburriendo. Se encontraban bien juntos aquellos dos, y hablaban entre ellos de un montón de cosas históricas e intelectuales, porque aquel señor era una persona muy culta. Y como Malaguti había decidido escribir un libro contra Tritone y sus novelas, incluyendo en él habladurías sobre el dudoso pasado político del susodicho, iba todos los días a leerle un fragmento a su cortejador. Quería consejos y opiniones, ya que aquel señor, además, conocía bien a la pandilla del barrio Comboni y del salón Annoiati, donde se había gestado la celebridad de Tritone. "



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