Recuerdos del exilio (fragmento)Koulsy Lamko
Recuerdos del exilio (fragmento)

"Ella me sienta sobre sus rodillas descarnadas. Ritual secular acarreado de edad en edad por la embriaguez de los reencuentros. Sentar al hombre, ¿qué digo yo? Sentar al niño que él fue. ¡Estallar el orgullo y aplastar el peso de mis treinta años! Yo acepto el recogimiento y me asiento sobre sus rodillas, titirité antes de emoción y de reumatismo. La carne flácida de sus muslos de quincuagenaria poco a poco se anima, se sacude de felices espasmos.
Ella me aprieta contra ella entre sus brazos: un abrazo de puro amor, de indecible gozo.
Ella es mi madre. Ella lo era ya esa noche de siembra cuando el grano de mi padre se cayó entre su maleza de algas fértiles. Esa fue la noche de sus primeros amores.
Ella era todavía mi madre; el alba donde la fibra del tallo del mijo como una cuchilla de guillotina tronó mi ombligo del globo placentario. Escisión. Divorcio de un cuerpo doble no hace tanto fusionado por el irrazonable destino. ¡Oh inexpresable voluptuosidad!: El sentimiento de un último darse a sí mismo que sólo conoce la mujer y que jamás el hombre sospechara.
Ella ha sido siempre mi madre desde los quince años; la pesada puerta se cerró tras de mí abriéndose ésta al delirio y la aventura. Ya hace quince años; yo tenía en las piernas el candor y la puerilidad de la edad donde la elección que se cree ejercer tiene un acre perfume de revuelta; un gusto amargo de romper pero también un tinte púrpura de la libertad.
[...]
Ella es mi madre. Yo soy su hijo. Ella llora silenciosamente. El sobrecogimiento licuifica los párpados en gotas densas y saladas que caen como una tormenta de octubre. Sus lágrimas lavan mi rostro de renegado, lavan la peste de la errancia y las estrías del exilio.
[...]
Ella renace, la fuente de la que ocho bocas golosamente tomaron y a plena garganta la leche tibia y vivificante. Todo su cuerpo se infla como un arroyo seco que bruscamente se deja inundar, poseer, invadir por la crudeza de un generoso invierno. Estas rodillas jadeantes de emoción, este aprieto casi incestuoso, estas lágrimas brotantes, este riachuelo de leche que corre la red de viejas venillas y se expande por el delta de la teta... el rumor sordo y confuso de mis primeros recuerdos me avasalla, me asordo ¡Sublime instante de éxtasis donde el tiempo y el pensamiento se eclipsan bajo su manto de eterna tiranía!. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com