Las palabras de la mujer... (fragmento)Mona Ozouf
Las palabras de la mujer... (fragmento)

"-Las palabras de la mujer: un ensayo sobre la singularidad francesa-
Había una vez una malvada madrastra que envió a su querida hija y a su odiada hijastra al augurio del gran bosque. Una vez que ambas llegaron a una extraña casa con dos puertas, la una de oro y la otra de alquitrán, cada una de ellas hubo de tomar la decisión de cuál abrir. La preciosa y mimada hija, eligiendo la puerta dorada, se encontró con una lluvia de alquitrán, mientras que una áurea lluvia saludó a la humilde y harapienta hijastra, la cual había escogido la puerta menos lustrosa.
Ésta fue la historia inventada por una tierna madre, al lado de una niñita de tres años y medio de castaños ojos que permanecía encamada a causa de una apendicitis. La niña enferma aprendió la lección: ella quería ser María la harapienta. Y se propuso perseguir ese objetivo con tenacidad y esfuerzo hasta lograrlo. Treinta años después, en septiembre de 1943, el periódico Kent publicaba un escueto artículo acerca de la oblación de una joven francesa, que había muerto o se había dejado morir en el Sanatorio Grosvenor en Ashford: Simone Weil había definitivamente pasado a través de la puerta de alquitrán.
Hubo que recorrer una larga senda para llegar hasta la harapienta María. Las hadas no escatimaron diversos regalos en la cuna de la niña: una familia buena, liberal, armoniosa y afectuosa; un padre que trabajaba de médico, una madre artista; parientes que la adoraban y a los que ella amaba por igual; un hermano al que admiraba; amigos educados; la posibilidad de disfrutar de la orilla del mar o de las montañas en el estío; la poesía, paseos en bicicleta, libros, lecciones de griego con tutores, formación dramática con Copeau, lecciones de piano con Germaine Tailleferre. Para alguien que había hecho de la miseria su programa vital, toda esa riqueza había de ser abandonada. "



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