El cine y la música (fragmento)Theodor Adorno
El cine y la música (fragmento)

"El film en sí mismo no exige ninguna técnica de composición específica. La concordancia formal del film y de la música como «artes de la duración» no suscita por sí sola un procedimiento musical autónomo. Hasta el momento, la música, a pesar de todo lo que se ha hablado acerca de su misión particular, no ha recibido del cine ningún impulso realmente nuevo. Entretanto sólo puede hablarse de la adaptación de determinadas técnicas de la música autónoma.
No obstante comienzan a precisarse algunas experiencias. Una de ellas ya ha sido indicada. Consiste en la necesidad de formas musicales breves que correspondan a la brevedad de las secuencias. Lo que es realmente «cinematográfico» en las formas breves, esquemáticas, rapsódicas o aforísticas, es la irregularidad, la fluidez y la ausencia de repeticiones internas y de codas. La forma ternaria tradicional de la canción, a-b-a, con la repetición de la primera parte, resultaría menos adecuada que las formas «continuas», como los preludios, las invenciones o las tocattas. La «exposición», presentación y unión de varios temas, así como su «ejecución», parecen aún más alejados del cine, ya que la comprensión de estos complejos musicales dotados de un peso específico propio requiere una atención demasiado intensa como para que puedan ser directamente combinados con procesos visuales. Pero no cabe deducir de esto una regla general. No es imposible imaginar grandes formas musicales que no correspondan a las secuencias de imágenes, sino a una continuidad de significación, lo que presupone evidentemente una técnica cinematográfica diferente en la que el guion, la dirección y el cutting no se contenten con copiar al teatro.
La limitación a formas musicales breves afecta también a sus elementos constitutivos. Todo debe ser independiente o ha de ser rápidamente desarrollado; la música del cine no puede «esperar». Entre las formas breves se puede hacer una diferenciación. Un motivo breve acompañará mejor que una melodía completa a una secuencia de dos minutos. Un tema que durase treinta segundos resultaría desproporcionado en este lugar. Pero para un fragmento de treinta segundos no es necesario que el tema sea aún más corto. Por el contrario, podrá consistir en una larga melodía que cubra toda la secuencia.
La lógica musical propiamente dicha, que selecciona y une estos elementos, debe plegarse también a las contingencias del cine. Debe prevalecer el cambio súbito de los caracteres musicales, los desplazamientos y las transiciones rápidas y todo lo improvisado e imaginativo. Para hacer esto posible sin sacrificar la coherencia musical es necesaria una técnica de la variación altamente desarrollada. Toda forma musical breve del film es en cierta forma una «variación», aunque no haya sido expresamente precedida por un tema. En este caso, el tema es la función dramática.
El compositor cinematográfico no puede sustraerse a la «planificación», que desde el punto de vista de la dramaturgia, consiste en la consideración del film en su conjunto y de sus relaciones con los elementos aislados. Pero mientras que este proceso ha sido estérilmente desarrollado hasta el momento por los responsables técnico-administrativos, el compositor debe intentar hacerlo fructífero. Debe dominar conscientemente las formas simples y complicadas, continuas y discontinuas, discretas y llamativas, cálidas y frías. A partir de esta exigencia podrá reunir potencialmente y producir con libertad lo que surgió espontáneamente a lo largo de la evolución histórica de la música; de esta forma, la composición de la música de cine —si es que alguna vez existe realmente— se desarrollará productivamente. La planificación debe transformarse en nueva espontaneidad. La inspiración y la concepción, por el hecho mismo de que están negadas en la música de cine, pueden reaparecer a un nivel más elevado. "



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