El romance de Leonardo (fragmento)Dmitri Serguéievich Merezhkovski
El romance de Leonardo (fragmento)

"En un árbol solitario y extremo de Milán, en el barrio de la Porta Vercellina, en el lugar donde se encuentran la esclusa y la aduana del canal de la Catarana, había una casuca vetusta y aislada cuya chimenea negra y torcida humeaba a todas horas.
Esta casucha pertenecía a la comadre monna Sidonia. Tenía alquiladas las habitaciones altas al alquimista meser Galeotto Sacrobosco; y ella vivía en el piso bajo con Casandra, sobrina de Galeotto, hija del mercader Luigi, ilustre viajero que había recorrido Grecia, el Archipiélago, Siria, Asia Menor y Egipto, en incansable rebusca de antigüedades.
Compraba todo lo que caía en sus manos: lo mismo una bella estatua, un fragmento de ámbar en el que se conservaba fosilizada una mosca, la inscripción apócrifa de la tumba de Homero que una auténtica tragedia de Eurípides o la clavícula de Demóstenes. Unos le tenían por loco, otros por un impostor y otros, en fin, por un grande hombre. Su imaginación estaba tan impregnada de paganismo que, a pesar de haber sido cristiano hasta el fin de sus días, Luigi evocaba en serio al "santísimo genio de Mercurio" y creía que estando el miércoles consagrado al alado mensajero del Olimpo, era un día particularmente favorable para los negocios. Ni trabajos ni privaciones le detenían en sus rebuscas. En una ocasión, estando embarcado y después de haber recorrido ya diez millas, oyó hablar de una curiosa inscripción griega que él no había visto. Inmediatamente regresó al punto de partida para copiarla. La pérdida, en un naufragio, de una preciosa colección de manuscritos le ocasionó tal tristeza que sus cabellos encanecieron. Cuando se le preguntaba por qué se arruinaba y se exponía a tantos tormentos y peligros, respondía siempre las mismas palabras.
-Quiero resucitar a los muertos. "



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