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Estudios históricos y políticos (fragmento) "Los enemigos se dieron precipitadamente á la fuga ante aquel refuerzo de marinos que aparecían en lo alto del monte como si la tierra les hubiese lanzado de sus entrañas, ante aquellos hombres á quienes creían acorralados detrás de las murallas del castillo, y que se arrojaban por estas sin esperará salir por la puerta para perseguirles. A las cinco de la tarde no quedaba ya un solo enemigo vivo en la montaña, y los restos de aquella hueste, pocos momentos antes tan poderosa y soberbia, se Retiraban en el mejor orden que podían del sitio de Barcelona, abandonando lugares para ellos tan fatales, y dejando la falda de la montaña y sus avenidas llenas de sangrientos cadáveres, entre los cuales se contaban los de algunos de sus más ilustres y beneméritos caudillos. Las compañías de aquel roto y despedazado ejército pudieron oír, al retirarse, las inmensas aclamaciones de júbilo lanzadas por los ciudadanos que acompañaban á Pablo Claris al templo para dar gracias al Señor de los ejércitos, y los entusiastas alaridos de victoria con que en Barcelona van recibidos los héroes de Montjuic, que se presentaron ostentando trece banderas enemigas, las cuales fueron alborozadamente paseadas por la ciudad á la luz de las antorchas, y colgadas luego al revés en los balcones de la Diputación, como en desprecio y vilipendio de las armas enemigas. Tal fue aquella para siempre memorable batalla de Montjuic. " epdlp.com |