El catolicismo explicado a las ovejas (fragmento)Juan Eslava Galán
El catolicismo explicado a las ovejas (fragmento)

"Lo más jodidamente difícil de admitir en este asunto es la existencia del mal.
El mal, el jodido, el filosófico mal.
Si Dios creó el mundo de la nada, si todo lo que existe procede de Él, que es infinitamente bueno e infinitamente sabio: ¿Cómo es que creó el mal, el demonio, la enfermedad, la miseria y las demás lacras que afligen a la humanidad?
Es una buena pregunta. Que tiene una fácil respuesta: Dios creó el mal para probarnos y para hacer que los malos vayan al Infierno a sufrir eternamente.
Esto se entiende, pero uno se pregunta entonces: ¿y no hubiera sido más caritativo no inventarse el mal, dejarnos a todos en la Gloria? ¿Por qué nos dotó de orgasmos si luego resulta que copular es pecado, o sea, el mal?
La respuesta es: para engolosinarnos con el orgasmo y, de ese modo, animarnos a engendrar hijos. El orgasmo es como la piruleta que se le da a los niños cuando hacen un mandado, es un premio por ser obedientes y buenos, por cumplir el plan divino de «creced y multiplicaos». Por eso, cuando lo hacemos con condón o mediante el coitus interruptus, o cuando nos masturbamos, estamos engañando a Dios, no le hacemos el mandado y sin embargo nos quedamos con la piruleta. ¡Un fraude a Dios Padre, que se dice pronto! ¡Para caérsenos la cara de vergüenza! Esto explica que el Papa, los obispos y las jerarquías de la Iglesia se opongan tan virulentamente a los anticonceptivos: no es por fastidiar a las ovejas y carneros de su rebaño, es, sencillamente, porque ellos son los representantes de Dios en la Tierra, sus administradores, los que velan para que el pacto divino se cumpla correctamente y ven con pesar (¡qué digo con pesar, con agudísimo dolor!) que incluso los católicos estamos haciendo trampas y no cumplimos el compromiso que adquirimos con el bautismo y revalidamos con los otros sucesivos sacramentos hasta llegar al matrimonio. Es una vergüenza que los matrimonios modernos tengan sólo un hijo o dos como mucho, a veces incluso ninguno. Dios conoce las estadísticas. Dios está perfectamente informado de que España, la otrora católica España, su nación predilecta (eso declaró el Sagrado Corazón de Jesús) es el país, no digo de Europa, sino del mundo, con una tasa de natalidad más baja. ¡Y sabe perfectamente que no es porque no se folle, es más, sabe, porque el ángel de la guarda que asigna a cada español en el acto del bautismo le lleva la cuenta, que, con el desmadre que se ha producido en los últimos años, ahora se está follando más que nunca, que la gente parece que no piensa en otra cosa más que en pijar y pijar, que yo comprendo que da un gusto espantoso, pero se está abusando mucho de la piruleta con esto de que al rato de haberla comido ya tenga uno gana de otra (los de mi edad, menos, como mucho una piruleta a la semana) y de esto nos pasarán la cuenta en el Juicio Final.
¿A quién creemos que engañamos? ¿A Dios?
Esto del orgasmo, que al final está resultando tan problemático, suscita una nueva pregunta: ¿y no hubiera sido mejor dotarnos de un mecanismo que hiciera que los hijos brotaran por generación espontánea? Claro que pudo, pero, sabiendo cómo somos, quiso regalarnos esa alegría, esa compensación por las amarguras de la vida.
Mira cómo se lo pagamos. "



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