Nostalgia de Troya (fragmento)Luisa Josefina Hernández
Nostalgia de Troya (fragmento)

"Sí, soy el mismo René que hace seis meses estaba en Ámsterdam haciendo la reseña de un museo único en el mundo, luego pasó quince días en Ottawa y ahora está en México, joya arqueológica y eterno jardín... a más de otras cosas que ahora no vienen al caso.
Aproveché el viaje a Europa para ir al Loire, esto tú no lo sabías (qué maravilla hablarte de tú en Francés), ni sabes nada del Loire; especie de aprendizaje cuya carencia jamás echarás de menos.
Murió mi padre. Era un hombre de edad avanzada que acostumbraba encerrarse con llave en su biblioteca largos ratos, después de suplicar que no se le molestara; lo encontraron muerto sobre una alfombra polvosa que era una obra de arte hace veinticinco años. Murió muy en carácter, solo, sin comentario alguno por su parte, entre sus objetos preferidos guardados en un cuarto que no se limpiaba porque era suyo y él no lo permitía.
Mi padre dejó una fuerte herencia que será, con el tiempo, para los hijos de mi hermana y para mi hija mayor, quien, según supe, se ha convertido en una bella niña de trece años, delgada, alta, culta para su edad... ¡es tan extraño! No quise verla porque tuve miedo de descubrirla demasiado diferente a mí mismo o demasiado perdida en los vericuetos del Loire.
La impresión de la muerte de mi padre fue curiosa. Recibí un telegrama de mi madre en Holanda y cuando llegué, al día siguiente por la noche, la encontré en un gran estado de depresión. Mientras mi hermana recibía visitas y condolencias, ella, retirada en su cuarto, hacía planes, si es que así puede llamárseles. "



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