Elogio de la Reina Católica Doña Isabel (fragmento)Diego Clemencín
Elogio de la Reina Católica Doña Isabel (fragmento)

"La Monarquía castellana en manos de Isabel salió del estado de caducidad á que la habían conducido sus achaques, y ostentó el vigor y lozanía de la juventud; semejante á vieja encina, que después de haber sufrido las injurias y accidentes del tiempo, comida ya de insectos y amenazada de la muerte, pasa por fin á poder de agricultor más cuidadoso; y libre por su diligencia de las plantas parásitas que la debilitaban, y de las ramas podridas é inútiles cuyo peso la oprimía, se puebla de hermosos renuevos, se reviste otra vez de verdor y de vida, y se arroja á ocupar en la región del aire un espacio mayor que el que la vieron ocupar jamás sus anteriores dueños.
Isabel en efecto no sólo restauró, sino que también aumentó y extendió la Monarquía. Obra suya fue aquel prodigioso engrandecimiento que formando un solo estado de casi toda la antigua España, hizo aparecer de repente en el teatro político una potencia que fue por mucho tiempo y hubo de ser para siempre la primera de Europa. En sus floridos años antes todavía de reinar, había preparado con la elección de su esposo Fernando la reunión de las coronas de Aragón y Castilla. Después de subir al trono, mientras se realizaba la conquista del reino de Granada, disponía la agregación de la parte que restaba de la Península, por medio de fustos enlaces con la familia reinante portuguesa. No tardó en llegar el caso previsto por nuestra Reina: y el príncipe Don Miguel su nieto hubiera reunido bajo su mando cuanto ambos mares abrazan del uno al otro cabo del Pirineo, si una prematura y dolorosa muerte no destruyera el cimiento de perspectiva tan halagüeña. Se reprodujo la ocasión reinando Felipe II: y España por don de Isabel gozaría actualmente de sus límites naturales y de todas las ventajas consiguientes á una situación feliz y única, si la escasa habilidad ó fortuna de sus sucesores no hubiera dejado desprenderse aquella piedra preciosa de su corona.
Al mismo tiempo que las combinaciones y esfuerzos de Isabel tenían tan adelantado el gran proyecto de formar un solo imperio de toda la península española, sus ejércitos triunfaban en el Rosellón y en Italia, sus escuadras amenazaban las costas de África, su dominación se extendía por las inmensas regiones de América, y los recíprocos enlaces con otras testas coronadas preparaban el poder colosal de su nieto el emperador y rey Carlos V, haciendo en él creíble el designio, que receló el mundo, de la Monarquía universal. "



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