La importancia de discutirlo todo (fragmento)Oscar Wilde
La importancia de discutirlo todo (fragmento)

"Dos de los tres atributos que has mencionado, la sinceridad y la imparcialidad, si no del todo morales, rozan la frontera de la moral, y la primera condición de la crítica es que el crítico sea capaz de comprender que la esfera del arte y la esfera de la ética son completamente distintas e independientes. Cuando se confunden regresa el caos. Hoy se confunden con demasiada frecuencia en Inglaterra, y aunque nuestros modernos puritanos no pueden destruir un objeto bello, con su prurito desmedido casi llegan a mancillar la belleza temporalmente. Esas personas, lamento decirlo, se expresan a través del periodismo. Lo lamento porque es mucho lo que puede decirse en favor del periodismo moderno. Al ofrecernos las opiniones de los que carecen de educación, nos acerca a la ignorancia de la sociedad. Al detallar la crónica de los sucesos de la vida contemporánea, nos muestra la ínfima importancia que en realidad tienen estos sucesos. Al empeñarse en discutir lo innecesario, nos hace comprender lo que es imprescindible para la cultura y lo que no lo es. Pero no debería permitirse al pobre Tartufo escribir artículos sobre arte moderno. Cuando se le permite, el arte se embrutece. Y, sin embargo, los artículos de Tartufo y las notas de Chadband al menos tienen una utilidad. Tienen la utilidad de demostrar lo limitada que es esa región sobre la cual la ética y las consideraciones éticas se envanecen de ejercer su influencia. La ciencia está fuera del alcance de la moral, puesto que su mirada está puesta en verdades eternas. El arte está fuera del alcance de la moral, puesto que su mirada está puesta en cosas bellas e inmortales y en continua transformación. A la moral corresponden las esferas inferiores y menos intelectuales. De todos modos, pasemos por alto a esos puritanos que se desgañitan; tienen su lado cómico. ¿Quién puede contener la risa cuando un periodista de medio pelo propone seriamente limitar los temas y contenidos a disposición del artista? Más valdría poner algún límite, y confío en que no tarde en hacerse, sobre alguno de nuestros periódicos y nuestros periodistas. Porque nos presentan los hechos descarnados, sórdidos y repugnantes de la vida. Refieren, con degradante avidez, los pecados de segundo rango, y con la conciencia del iletrado nos ofrecen exactos y prosaicos detalles de los actos de personas que carecen del más mínimo interés. Pero al artista, que acepta los hechos de la vida y sin embargo los transforma en figuras de belleza, en vehículos de compasión o de terror, que muestra su elemento cromático y su prodigio, y también su verdadera trascendencia ética, y a partir de ellos construye un mundo más real que la propia realidad, de un sentido más elevado y más noble, ¿quién puede ponerle límites? No los apóstoles de ese nuevo periodismo que no es sino la antigua vulgaridad acentuada. Ni los apóstoles de ese nuevo puritanismo que no es sino el lamento de los hipócritas, tan mal escrito como hablado. El mero hecho de sugerirlo es ridículo. Olvidémonos de esas gentes perversas y pasemos a discutir las cualidades artísticas que el verdadero crítico necesita. "


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