Robert Louis Stevenson (fragmento)Gilbert K. Chesterton
Robert Louis Stevenson (fragmento)

"Mister Max Beerbohm, cuya aguda y clásica crítica está llena de esas brillantes profundidades que muchos toman por superficialidades, ha comentado con mucho acierto las fatigosas repeticiones de los periódicos, que perjudicaron grandemente la fama stevensoniana en el período de la moda stevensoniana. Anotó especialmente que cierta frase usada por Stevenson al hablar de sus primeras tentativas literarias según la cual «played the sedulous ape» (imitó asiduamente), a Hazlitt o a Lamb, debería guardarse compuesta en las imprentas de los periódicos; tan frecuentemente la citan los periodistas. Hay mil cosas en Stevenson más dignas de ser citadas y mucho más instructivas de veras acerca de su formación literaria. Todo joven escritor, por original que sea, empieza por imitar a otros, consciente o inconscientemente y casi ningún escritor viejo tendrá reparo en confesarlo. La verdadera ironía del incidente no parece haber sido notada por nadie. La verdadera razón por la cual esta confesión de plagio entre un centenar de confesiones así, se cita siempre, es porque la confesión en sí tiene el sello, no del plagio, sino de originalidad personal, en el mismo acto de decir que ha copiado otros estilos. Stevenson escribe de la manera más inconfundible en su propio estilo. Me parece que habría podido adivinar, entre un centenar de autores quién había usado la expresión «played the sedulous ape». No pienso que Hazlitt hubiera añadido la palabra «sedulous». Algunos podrían decir que habría quedado mejor porque habría sido más simple sin ella; algunos dirían que la palabra es, en sentido estricto, demasiado recherchée; algunos podrían decir que se distingue por forzada o afectada. Todo esto es materia de discusión; pero resulta una especie de broma que un recurso tan individual se quiera convertir en una prueba de imitación. Como quiera que sea, esta clase de recurso, la curiosa combinación de dos palabras así es lo que entiendo por el estilo de Stevenson.
En el caso de Stevenson, la crítica ha tendido siempre a ser hipercrítica. Es como si el crítico se hubiese esforzado en ser tan riguroso con el artista, como el artista lo era consigo mismo. Pero los críticos no son muy consecuentes o mirados en este asunto. Le reprochan el ser nimio y exigente, y con ello se hacen más nimios y exigentes ellos mismos. Lo condenan por perder demasiado tiempo en buscar la palabra exacta; y, luego, pierden más tiempo ellos en esfuerzos poco afortunados para demostrar que no es la palabra exacta. Recuerdo que míster George Moore (quien, por lo menos, dirigió el ataque cuando Stevenson vivía y se hallaba en la cumbre de su popularidad) pretendió, de una manera algo misteriosa, haber desenmascarado todo el truco de Stevenson, extendiéndose largamente sobre la palabra interjected, en el pasaje que describe a un hombre parando en reloj con interjected finger. Parecía haber cierta idea de que, porque la palabra era poco usada en aquel sentido, ello demostraba que no había nada más que un artificial verbalismo en toda la tragedia de Jekyll y Hyde o en todo el humor de The Wrong Box… Me parece que es ya hora de que toda esta melindrosidad sobre la melindrosidad sea corregida con un poco de sentido común. La pregunta más natural que se podría hacer a Mr. Moore cuando pone reparo a la palabra interjected es, «¿Qué palabra usaría usted?». Inmediatamente descubriría que cualquier otra palabra sería mucho menos enérgica y hasta mucho menos exacta. Decir «interposed finger» sugeriría por su mismo sonido una acción mucho más torpe y menos precisa; «interjected» sugiere por su mismo sonido una especie de limpio y seco movimiento, una precisión mecánica que corrige un mecanismo. En otras palabras, sugiere lo que se quería sugerir. Stevenson usó la palabra porque era la palabra exacta. Nadie más la usó, porque nadie más pensó en ella. Y esta es toda la historia del estilo stevensoniano.
La literatura no es más que lenguaje; es sólo un sorprendente milagro en virtud del cual un hombre dice realmente lo que quiere decir. Es inevitable que la mayor parte de la conversación sea la conversación: como cuando descubrimos una mirada de contrastes o cualidades opuestas llamando nice a todo un mundo de personas diferentes. Algunos escritores, incluyendo a Stevenson, han deseado ser (en el antiguo y propio sentido de la palabra) más nice en su distinción de la niceness. Ahora bien: nos guste o no nos guste esta feliz exigencia, nos sintamos complacidos o irritados por un estilo como el de Stevenson; tengamos o no tengamos una razón personal o impersonal para no poder sufrir el estilo o al hombre, deberíamos tener, por lo menos, la suficiente imparcialidad y justicia crítica para ver cuál es la prueba literaria. La prueba es si las palabras están bien o mal escogidas, no al objeto de satisfacer nuestro propio gusto en materia de palabras, sino al objeto de satisfacer el sentido de la realidad de las cosas que puede tener todo el mundo. Y es absurdo en cualquiera que pretenda amar la literatura, el no ver la excelencia de la expresión de Stevenson en este aspecto. Escoge las palabras que dan la imagen que él, particularmente, quiere dar. Ellas fijan una cosa particular, y no alguna cosa general de la misma especie; y, no obstante, la cosa, a veces, es muy difícil de distinguir de otras cosas de la misma especie. Éste es el arte de las letras; y el artífice hizo una vasta multitud de estas imágenes con toda clase de materiales. En este aspecto podemos decir de Stevenson casi lo mismo que él dijo de Burns. "



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