Pollice versoJosé Martí
Pollice verso

"Memoria de presidio ¡Si! yo también, desnuda la cabeza de tocado y cabellos, y al tobillo una cadena burda, heme arrastrado entre un montón de sierpes, que revueltas sobre sus vicios negros, parecían esos gusanos de pesado vientre y ojos viscosos, que en hedionda cuba de pardo lodo lentos se revuelcan. Y yo pasé, sereno entre los viles, cual si en mis manos, como en ruego juntas, las anchas alas púdicas, abriese una paloma blanca. Y aún me aterro de ver con el recuerdo lo que he visto una vez con mis ojos. Y espantado, póngome en pie, cual a emprender la fuga! ¡Recuerdos hay que queman la memoria! ¡Zarzal es la memoria; más la mía es un cesto de llamas! A su lumbre el porvenir de mi nación preveo. Y lloro. Hay leyes en la mente, leyes cual las del río, el mar, la piedra, el astro, ásperas y fatales ese almendro que con su rama oscura en flor sombrea mi alta ventana, viene de semilla de almendro: y ese rico globo de oro de dulce y perfumoso jugo lleno, y hasta el pomo ruin la daga hundida, copa de mago que el capricho torna en hiel para los míseros, y en férvido tokay para el feliz. La vida es grave, al flojo gladiador clava en la arena. ¡Alza, oh pueblo, el escudo, porque, es grave cosa esta vida, y cada acción es culpa que como, aro servil se lleva luego cerrado al cuello, o premio generoso que del futuro mal próvido libra! ¿Veis los esclavos? Como cuerpos muertos atados en racimo, a vuestra espalda irán vida tras vida, y con las frentes pálidas y angustiosas, la sombría carga en vano halaréis, hasta que el viento de vuestra pena bárbara apiadado, los átomos postreros evapore! ¡Oh, qué visión tremenda! ¡Oh, qué terrible procesión de culpables! Como en llano negro los miro, torvos, anhelosos, sin fruta el arbolar, secos los píos bejucos, por comarca funeraria donde ni el sol da luz, ni el árbol sombra. Y bogan en silencio, como en magno océano sin agua, y ala frente porción del universo, frase unida a frase colosal, sierva ligada a un carro de oro, que a los ojos mismos de los que arrastra en rápida carrera ocúltase en el áureo polvo, sierva con escondidas riendas ponderosas a la incansable Eternidad atada! Circo la tierra es, como el romano; y junto a cada cuna una invisible panoplia al hombre aguarda, donde lucen, cual daga cruel que hiere al que la blande los vicios, y cual límpidos escudos las virtudes: la vida es la ancha arena, y los hombres esclavos gladiadores. Mas el pueblo y el rey, callados miran de grada excelsa, en la desierta sombra. ¡Pero miran! Y a aquel que en la contienda bajó el escudo, o lo dejó de lado, o suplicó cobarde, o abrió el pecho laxo y servil a la enconosa daga desde el sitial de la implacable piedra, condenan a morir, pollice verso; llevan, cual yugo el buey, la cuerda uncida, y a la zaga, listado el cuerpo flaco de hondos azotes, el montón de siervos! ¿Veis las carrozas, las ropillas blancas risueñas y ligeras, el luciente corcel de crin trenzada y riendas ricas, y la albarda de plata suntuosa prendida, y el menudo zapatillo cárcel a un tiempo de los pies y el alma? ¡pues ved que los extraños os desdeñan como a raza ruin, menguada y floja!."


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