Lo uno con lo diverso: literatura y complejidad (fragmento)Claudio Guillén
Lo uno con lo diverso: literatura y complejidad (fragmento)

"Ovidio, claro está, es el héroe y ejemplo más ilustre, para toda una tradición occidental, de una muy importante respuesta poética al destierro, que vendrá a significar lo opuesto de la actitud cínico-estoica: una sensibilidad afligida, negativa, centrada en la protesta, la nostalgia y la lamentación.
A diferencia de los desterrados griegos y romanos que se mencionan en obras como la de Plutarco, no se traslada Ovidio de un lugar a otro dentro del vasto círculo de una misma lengua, sin cruzar las fronteras exteriores de una misma civilización. Pues el poeta, ya famoso, había sido relegado, el año 8 de nuestra era, a un punto situado en la más remota periferia del espacio imperial, al más alejado en el Noreste de Europa, a un orbis ultimus, cerca de la desembocadura del Danubio donde vivían unos getas y unos sármatas que él no puede sino calificar de bárbaros. Allí, al borde de la única cultura que él tiene por digna de tal nombre, Ovidio no puede sino lamentar y agigantar las circunstancias, como el clima helado, que se convierten para él en emblemas del vacío, o aun más, de la nada que tiene casi al alcance de la mano, más allá de las fronteras del imperio. Dentro del marco de un imperium mundi basado en la absoluta creencia y confianza en la tarea educadora de una civilización única y centralizada, Ovidio, más lógico que meteorológico, convierte el hielo de Tomos en el símbolo repetido de la ausencia de Roma. En las Tristes, el poeta magnifica mitológicamente su pérdida. En las Pónticas, finalmente, Ovidio, situado en el tiempo interior de la espera y de la esperanza del retorno, se reduce a perseguir un propósito fundamental: la anulación del destierro, es decir, esencialmente, la recuperación de Roma. "



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