Hasta siempre, mujercitas (fragmento)Marcela Serrano
Hasta siempre, mujercitas (fragmento)

"Ya en Londres, con sus papeles seguros bajo el brazo y una visa de estudiante, Ada respiró. Si la hubiesen detenido en la carretera o en el aeropuerto… bueno, igual no podía quedarse para siempre escondida en una vieja y polvorienta bodega del aserradero; fuera cual fuese su destino, el alivio de enfrentarlo le resultó inmenso.
El 11 de septiembre de 1973 fue el instante de los cambios radicales, de lo irreversible. Nunca más las cosas volvieron a ser iguales. Fue como si Chile bruscamente se hubiera convertido en otro país.
Desde la pieza que arrendaba a un músico chileno —contacto de la madre de Luz— en el bello barrio de Hamstead, debió leer cartas muy tristes y enfrentar cada noticia que llegaba desde Santiago en la más completa soledad: la muerte de tía Casilda fue la peor. El desmoronamiento del aserradero, sus deudas y su posterior salida a remate la destrozaron. Los tíos debieron volver a la ciudad a morir de muerte lenta, de pura desesperación.
La partida de Luz no fue recibida exactamente con alegría. Ada estaba segura de que en parte se debía a su ausencia y a la de Oliverio, los dos grandes amores de Luz, que ellos la habrían convencido de quedarse en Chile, que las imposibles comunicaciones de esos días fueron gestando en ella el convencimiento de una acción nacida al calor de un romanticismo adolescente y de un ambiente político y nacional que la empujaba. A Chile no le faltaba pobreza ni dolor, se decía Ada en el silencio de su cama, ¿por qué mierdas fue a África a buscarlos?
Lola decidió cambiarse de carrera, estudiar en la Escuela de Arte le pareció demencial en medio de esa pobreza, no debe de ser muy fuerte mi vocación, le confiesa en una carta a su prima, era más linda la idea de pintar que la pintura misma. Decidí sumergirme en los estudios de Economía y trabajar en una oficina por medio tiempo. Mis padres no han trabajado en su vida, Ada, papá sólo especulaba en la Bolsa de Nueva York con la plata del aserradero, ésa es su única especialidad, mi mamá ni hablar, es una bruta, ni siquiera sabe hacer las camas, y ahora que no tenemos empleada la casa es un desastre, vuelvo de la oficina a hacer aseo, al menos mi papá busca pega, pero la idea no se le pasa por la mente a mamá. Son una tropa de inútiles, no te creas que es muy distinto en tu casa o en la de Luz o la de Nieves, creo que aunque tenía un conocimiento nebuloso sobre que todos vivíamos del aserradero, nunca sospeché hasta qué punto nuestras vidas dependían de tía Casilda. Bonita estirpe a la que pertenecemos, juro sobre mi cadáver no repetir esta historia. Verás, Ada, cómo me convertiré en una economista de primera y ganaré toda la plata del mundo. Es raro haberme enfrentado cara a cara con lo que más temía: la pobreza.
Con la ausencia de dos de sus primos, Nieves concretó su matrimonio con Raúl (qué le vería, se pregunta Ada, era tan poca cosa, simpático, buena persona, el típico hombre cuyo encanto de los veintiún años no se sostendría en el tiempo, ninguna base sólida, ninguna originalidad, cuando Nieves se merecía un verdadero príncipe). He cumplido el sueño de mi vida, Ada, me he casado. La luna de miel fue como estar en un verdadero paraíso. Espera a que empieces la vida sexual y comprenderás lo que te digo, no sé cómo viví tanto tiempo sin sexo, ahora que sé lo que es. Antes de ayer fue mi primer día de recién casada en la ciudad, Raúl fue a trabajar y decidí esperarlo con la mesa puesta y la comida hecha, como corresponde. Creo que un bonito mantel y una mesa bien decorada es la síntesis de toda belleza. ¿Qué crees que me pasó? ¡No me resultó la receta! Se me quemó la comida, Ada. Lloré largamente. ¿Cómo puede ser tan malo Dios de no darme talento para la vocación que he elegido? No, ¿verdad? Raúl es un cielo, le di tanta pena que me llevó a comer fuera (no te imagines un super-restaurant, no, sólo unos sándwiches en la esquina), pero yo no soy Lola, el dinero no me importa, sólo me importa el amor. (Quizás estoy exagerando, te contaré un secreto: fui juntando poco a poco todos los envases de cremas y perfumes buenos de mi mamá, de las marcas más caras, bueno, tú sabes los que usa ella, y antes de hacer la maleta los llené de cualquier cosa, de cremas ordinarias, pero llegando a mi nueva casa los puse en el baño; y dejé establecido con ese gesto que YO soy una persona fina, así Raúl sabrá a qué atenerse.) A propósito de eso, del dinero quiero decir, anoche conversamos con Raúl sobre el tema de su carrera, va a congelar el último semestre, dice que el trabajo es muy exigente y que es difícil hacer ambas cosas a la vez. Le dije que no se preocupara, que tenemos todo el tiempo del mundo por delante. Evidentemente que con el título de abogado en la mano ganaría un mejor sueldo, pero, no tengo ningún apuro, ¿estás de acuerdo? Te dejo ya, sabes que, al revés de ti, me carga escribir, y mis numerosos deberes de recién casada me esperan. "



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