El castillo de los Pirineos (fragmento)Jostein Gaarder
El castillo de los Pirineos (fragmento)

"Pero también existen argumentos a favor de la idea de que sólo aquí haya seres con una conciencia universal. Aunque han surgido formas primitivas de vida también en otros astros, no debemos olvidar que transcurrieron unos cuatro mil millones de años desde el principio de la vida en este planeta hasta el nacimiento de la estirpe humana, y cuatro mil millones de años es una avanzada edad para un planeta. Ya dentro de mil millones de años lo más probable es que hayan desaparecido las condiciones de vida en nuestro propio planeta, la Tierra habrá perdido su atmósfera, y el agua se habrá evaporado.
A pesar de todo, tal vez seamos los únicos que estemos aquí. Aunque por ahora no podemos estar completamente seguros de que este universo no sea una fuente humeante de almas y espíritus en sus formas externas más diversas.
Cuando era niño, recuerdo que pensaba muchas veces precisamente esto. Tal vez haya un hervidero de vida en el universo, pensaba. Era un pensamiento estimulante. Al mismo tiempo me sobrevenía justo la idea contraria. Tal vez sólo haya vida aquí y en ningún otro lugar de todo el universo. Ése también era un pensamiento estimulante. Las dos posibilidades resaltaban ese increíble milagro que suponía para mí estar vivo.
El autobús pasa velozmente por Hemsedal. Naturalmente sé que dentro de un rato voy a pasar por aquel lugar. Intento prepararme. Tal vez todos esos pensamientos sobre el universo que me han tenido ocupado durante el viaje formen parte de esta preparación. Supongo que te acordarás de lo del muelle de Revsnes. Estábamos obligados a hablar de algo tan abrumador que un suceso casual de nuestro propio planeta era eclipsado por un orden superior y un contexto casi infinitamente mayor.
Las nubes siguen bajas, aunque ¿cómo distinguir entre un mar de niebla y una capa de nubes? Las nubes cuelgan a tres metros sobre el suelo.
Un letrero en la carretera nos informa de que la Carretera Nacional 52 sobre la montaña de Hemsedal está abierta al tráfico. Cómo no, estamos en verano.
Durante mucho tiempo vamos por el lado derecho del río, que lleva una gran abundancia de agua debido a unas precipitaciones récord durante las últimas semanas, pero también debido al tardío derretimiento de nieve en la sierra este verano. Pasamos por un embalse tan lleno que se está desbordando. Ésa es la explicación de la enorme cantidad de agua que llevaba el río que acabamos de ver. También encaja con los muelles inundados del lago Tyri, pues se trata del mismo sistema fluvial.
Los jirones de niebla, que casi se pueden tocar, dormitan sobre el valle en cantidades muy concentradas. El tiempo está a punto de convertirse en una broma meteorológica. Luego vuelve a espesarse, sólo se ve el fondo del valle, las dos laderas están embaladas en una espesa niebla.
Observo todo esto a la vez que me concentro en el inconcebible hecho de poder estar aquí sentado con unas claras ideas sobre la historia y la geografía del universo. Además, me permito tener ciertas opiniones sobre cómo o por qué hemos surgido seres como yo.
«El universo no estuvo preñado de la vida, y la biosfera tampoco del ser humano. Nuestro número ha salido por azar, como en la mesa de juego en Montecarlo.»
Pero resulta tentador intentar soplar la floritura reduccionista de Jacques Monod hacia atrás, sólo para escuchar lo armonioso o lo no armonioso que sonaría: El universo estuvo preñado de la vida, y la vida de la conciencia de este universo de sí mismo.
A mí no me suena mal. Al menos no está en total desacuerdo con mi intuición. Este universo es consciente de sí mismo, tiene conciencia de sí mismo. Un hecho tan evidente, pero a la vez tan asombroso, no se puede dejar exclusivamente a interpretaciones esotéricas.
Porque algo hay en un nivel superior, pienso cuando nos acercamos a la línea hidrográfica, por no decir al nivel más alto al que se puede argumentar científicamente. A lo mejor no «debería» haber surgido la conciencia, y tampoco la vida. Así argumentaba Monod. Y a lo mejor tampoco «debería» haber surgido este universo.
Si este universo desde sus primerísimos inicios hubiera sido de una naturaleza un pelín diferente a la que de hecho es, se habría derrumbado en unas millonésimas de segundo después de haber emergido. Incluso diferencias microscópicas en lo que Monod llamaba «los primeros principios» habrían conllevado la consecuencia inexorable de que ningún universo hubiese surgido. Me limitaré a dar un par de ejemplos. Si no fuera porque el universo tuvo desde el primer momento un poco más de masa positiva que negativa, éste se habría aniquilado al instante después del estallido. Si la interacción nuclear fuerte hubiera sido sólo un poco menos fuerte, no habría contenido absolutamente nada de hidrógeno. Pero la lista es mucho más larga. O como dijo en una ocasión Stephen Hawking: Las probabilidades en contra de que surgiera del Big Bang un universo como el nuestro son enormes. "



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