Lewis Nkosi Hogar y exilio (fragmento) "Stephen Kumalo me parece realmente increíble y me atrevería a decir que es muy fácil repudiarlo, al no ser más que un carácter propio de la liberal imaginación blanca. Cuando tantos escritores de raza blanca cayeron de bruces, tratando de esbozar un retrato de la llamada África, incapaces de atisbar y resaltar su fantástica ambigüedad, el auto-engaño deliberado, la sempiterna ironía enmascarada bajo el ropaje de una falsa humildad y un discurso moderado. Esta sutil ironía llamada simplemente África persigue al hombre blanco, siendo el mayor logro de La Trampa de Don Jaconson. Nosotros, los jóvenes, también despreciamos desde luego a Stephen Kumalo por su manifiesta incapacidad para hallarse en armonía con la ciudad, siendo nuestra inquina más efusiva incluso que cuando decidió raparse, retirándose finalmente a la villa de Indotsheni. Y le despreciamos en el instante en que ascendió la cúspide de la montaña para ofrecer su extraordinaria oblación a Dios, la prez de un hombre en estado de profundo pánico, que sin embargo no se concedió la dignidad de ser mínimamente consciente y de comprender su situación. He escrito mucho acerca del héroe de la novela de Alan Paton, no con la intención de realizar una pormenorizada crítica de la misma como obra de arte sino para mostrar que cuando comenzó la década de los 50 no teníamos héroes literarios, como si sucedía en otras partes del mundo. Nos veíamos impelidos a improvisar porque carecíamos de ejemplos morales que seguir en lo concerniente a nuestras preocupaciones privadas y públicas. Por aquel entonces los escritores blancos conformaban los únicos modelos reconocibles acerca de nuestras vidas. Muchos compañeros del magacín DRUM, de forma individual y colectiva, proveyeron a la masa social de historias como Drink in the Passage de Paton o A World of Strangers y Ocassion for Loving de Nadine Gordimer. De hecho, la historia de Paton narra lo sucedido en la realidad a uno de nosotros. " El Poder de la Palabra epdlp.com