El jarrón chino "Dispongo en mi mesa de un jarrón chino y con el infinito gusto y el éxtasis de un fetiche lo contemplaría siempre. El sol acaricia su tersa faz porque una láctea luminiscencia la comprime constantemente como la perla de un ópalo. Sus márgenes corteses y azules semejan una flor de inusual belleza que desprende extrañas y caprichosas tonalidades. La mirada inquieta atisba entre las flores turquesas reminiscencias que vislumbran monstruosos sueños: demacrados dragones e inquisitivas esfinges. Irracionales quimeras, toscas aves y funambulescas figuras orientales asisten hieráticamente a estas orgías de cinabrio y añil. La promesa de la rosada tierra nipona seduce con las sonoras voces cristalinas de las torrecillas de caolín que engalana un mágico río. Acunado suavemente por los aromas del té, víctima del olvido que llueve sobre los grandes alisos me siento preso en este novedoso Leteo entre los juncos de amarillos mandarines. Sí, una maravillosa estancia me complace en el sordo destino de una vida a los pies del olivar chino, extasiado por el opio y el amor. " epdlp.com |