Resurrección (fragmento)José María Rivas Groot
Resurrección (fragmento)

"A la tarde siguiente se ejecutó un trozo wagneriano, en que se mezclaban hermosamente rumores de selva, estallido frenético de olas, píos de aves entre las ramas, rugidos de torrentes salidos de madre, ecos de huracanes y gemidos de brisa.
Atamos el bote a la sombra de un puente de estilo rústico, formado con precioso artificio por troncos cubiertos de musgo que caían hasta el agua. Le pedí que me explicara sus ideas estéticas. Habló extensamente, con un ritmo amplio en sus expresiones.
—Las artes unen la tierra al cielo —me decía el jorobado—, son como los peldaños por los cuales subían y bajaban aquellos ángeles que Jacob vio en sueños. Las artes no son un placer, son una necesidad del alma dolorida. Son el grito de nostalgia que el espíritu lanza en el destierro. Creo que la música es la más ideal, la más divina manifestación del alma. En el templo, cuando el hombre enmudece ante lo infinito, cuando la palabra es insuficiente en los momentos del más alto arrebato religioso, entonces acude la música en auxilio del hombre, surge el canto del órgano y la frase musical interpreta el silencio reverente de las muchedumbres encorvadas... Las otras artes —lienzos, estatuas, monumentos— algo imitan en lo terreno, y están forzosamente adheridas al suelo. La música nada terreno copia, no tiene modelos en la naturaleza material, no está pegada a la tierra: baja del cielo, original y pura, entona sus himnos misteriosos y flota sin tocar el suelo, y antes que el polvo del mundo le empañe la orla del manto, vuelve a perderse en las alturas. "



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