Sombras sobre la tierra (fragmento)Francisco Espínola
Sombras sobre la tierra (fragmento)

"Parece a veces, Nena, que hay una gran presencia en la vida que comparte nuestro dolor, que compadece. Cuando, sufriendo mucho, nos ensimismamos; cuando estamos solos de toda soledad, o cuando estamos como yo contigo, ahora, sin turbarnos ni con el pensamiento, entonces se hace más presente, aún. ¿Será eso Dios, Nena? Pero es que a veces se tiene la sensación de que hay un sufrimiento suyo que es anterior al nuestro; que su dolor puede ser la causa del nuestro. Que Dios es desgraciado... que es impotente la causa del nuestro. Que es un prisionero como nosotros... ¿Después de Dios puede haber otra cosa?
[...]
A los lados del lecho de dos plazas hay sendas mesas de luz con floreros muy cucos, desde los que, sobre tallos de alambre, asoman corolas de papel. Al medio de la pieza, una mesa cubierta por un tapete. Allí el cliente sin prisa y con dinero puede beber a solas con la mujer. En un rincón, otra mesa más pequeña. Sobre ella, una botella, un calentador a Kerosene... Y frascos, cajas, potes de uso femenino. En otro extremo un biombo verde evita ver una palangana y un balde. Un gran ropero con espejo y varias sillas completan el mobiliario. Y por sobre todo cae la luz de la lámpara que una pantalla suaviza en celeste.
[...]
En la ya oscura habitación, la Nena duerme. Entre los brazos de Juan Carlos descansa su carne triste. Él pega su cara a la cara de la joven prostituta. Una removedora ternura ha ido desbordando su corazón. Voces, gemidos ahogados... Hacia él se dirigen. Manos implorantes... Poco a poco va trascendiendo su ansia hasta abarcar el mundo, hasta hacerlo sentir que es la humanidad entera la que tiene entre sus brazos, triste y fatigada, impura y santa. "



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