Historia de las ideologías (fragmento)François Châtelet
Historia de las ideologías (fragmento)

"Cuando suena la paz constantiniana, la Iglesia no se halla desprevenida: tiene tres siglos de existencia y de confesión de la fe. Su jerarquía, basada en la persecución por servicios, puede acceder al poder. El papa experimenta ya un prestigio considerable y en expansión. Su primacía de honor en el cuerpo episcopal es un primer estadio. Va a entregarse a conquistar, al favor de la extensión eclesial y pronto de la crisis y ocasos del imperio, una primacía de la jurisdicción. Aún no convoca los concilios, mas les da su aprobación. Ahí todavía, el mecanismo conciliar -lugar en
donde se elabora un consenso, una comunión, una corresponsabilidad- ha protegido un papado todavía frágil y evitado que el prestigio papal no sea fluctuante según la buena voluntad de sus golpes de autoridad. Los obispos, por su localización urbana, son también un testimonio de la elección cristiana por la villa y la ciudad. Cada uno de ellos gobierna una Iglesia local. El mecanismo conciliar le abre, sin embargo, a una solicitud para todas las iglesias. El obispo está rodeado de su presbiterio con el cual concelebra la liturgia, mas también su poder episcopal. Una cierta repartición geográfica -a un nivel más elevado- crea la provincia, con un metropolitano a su cabeza. Por último, a un nivel más elevado, el patriarca. La Iglesia lo ha calcado todo del imperio, mas también ha inventado -extrayendo de su material carismático- una organización: en ella circulan los poderes, se van perfeccionando. Pero, es preciso subrayarlo, se va tejiendo un extraordinario poder de información. El día en que la Iglesia posea un derecho elaborado, las decisiones y los sumarios circularán en los dos sentidos de su vida jerárquica. Los sacerdotes forman, en una primera etapa, una corona alrededor del obispo. La unidad presbiterial queda manifestada. Mas, poco a poco, la creación de lugares de culto provoca una relativa autonomía. Ya a partir del siglo III, Eusebio cita los nombres de corepíscopos. La etimología marca perfectamente el cambio que se anuncia: Chora, en griego significa el campo. Se trata por consiguiente, no de obispos, sino de lo que con fortuna se ha llamado «prelados de aldea». Toda una legislación conciliar -y sin duda a nivel local, los diáconos- pondrá a punto unas barreras para quebrar las tentaciones episcopales de los corepíscopos. Es decir, la autonomía a la cual la práctica pastoral les abría la puerta. En el siglo V, la desmultiplicación se pone en movimiento: el sacerdote va a presentarse al servicio de una comunidad particular. Crecimiento de la Iglesia, mas también audacia: la civitas -la ciudad- sólo tiene capacidad jurídica. Ella es res publica. Está dotada de magistrados y de consejos de decuriones. La iniciativa eclesial se abre por tanto, al fenómeno parroquial. Fenómeno que se extenderá en el no man's land jurídico de las aldeas, en esos pagani, más cristianizados que evangelizados. Los mecanismos eclesiales acaban de descubrir las instituciones que cuadran con la
configuración de la Iglesia y sus devenires. "



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