Malden

Karl Malden


 EEUU | 1912-2009






















1957 | 45 años
Labios sellados  
Time Limit
D: Karl Malden
M: Fred Steiner




Otros Films:




Biografía:
    Actor de teatro y cine estadounidense, nacido en Gary (Indiana), cuyo verdadero nombre era Mladen Sekulovich. Se trata de uno de los actores más carismáticos del cine de los cincuenta y sesenta, popular gracias a su llamativa nariz, pero recordado por algunos excelentes papeles secundarios. De origen serbio, en su época de estudiante practicó diversos deportes, sobre todo el rugby, actividad que le dejaría huella en su rostro. Demostró gran interés por el mundo del teatro, al que llegó con veinte años, tras pasar por el Goodman Theatre School of Drama de Chicago. Sobre el escenario de Broadway demostró su buen hacer interpretativo, del que se recuerda sus trabajos en Un tranvía llamado deseo y All My Sons, lo que le llevó a ser llamado por el cine al poco tiempo. A partir de El pistolero (1950), de Henry King, su trayectoria artística cambió notablemente, dado que comenzó a despuntar en papeles secundarios de gran relieve, donde combinó un cierto aire agresivo, de miradas penetrantes y alocadas con otros recursos más templados y socialmente representativos. Es así como sorprende a todos con su papel en la versión cinematográfica de la obra de Tennesse Williams, Un tranvía llamado deseo (1951), de Elia Kazan, en un personaje que conocía a la perfección y que le valió el Oscar al Mejor Actor Secundario. De nuevo participará en otra película de Kazan, enfrentándose a Marlon Brando, esta vez como sacerdote, en La ley del silencio (1954), un excelente trabajo que también le supuso otra nominación de la Academia. Malden asumió todo compromiso con la garantía que un buen actor sabe dar. Por eso, ya fuera en el viejo Oeste, de esta participación cabe resaltar su trabajo en El árbol del ahorcado (1959), de Delmer Daves, El rostro impenetrable (1961), de Marlon Brando, El gran combate (1964), de John Ford, o Dos hombres contra el Oeste (1971), de Blake Edwards; en un ambiente deportivo cabe recordar El precio del éxito (1956), de Robert Mulligan o en ambiente carcelario El hombre de Alcatraz (1962), de John Frankenheimer, y en el campo de batalla Patton (1970), de Franklin J. Schaffner. Precisamente, aunque con un trasfondo de la Guerra de Corea, dirigió la película Labios sellados (1957), lo que le permitió demostrar que también sabe contar visualmente las historias. A partir de los años setenta, se refugió en producciones para televisión, entre las cuales es bien recordada su presencia en la serie Las calles de San Francisco (1972-77), en la que trabajó al lado de Michael Douglas. Fue durante dos décadas la cara de la empresa American Express. Presidió la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hollywood en los primeros años noventa.  © Emilio C. García Fernández



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