1963 | 29 años Buen amor, El Buen amor, El D: Francisco Regueiro M: Miguel Asins Arbó |
1964 | 30 años Amador Amador D: Francisco Regueiro M: Daniel White |
1969 | 35 años Me enveneno de azules Me enveneno de azules D: Francisco Regueiro M: - - Ludwig Van Beethoven |
1972 | 38 años Cartas de amor de un asesino Cartas de amor de un asesino D: Francisco Regueiro M: - - Martín Códax |
1975 | 41 años Bodas de Blanca, Las Bodas de Blanca, Las D: Francisco Regueiro M: - - Giacomo Puccini |
1985 | 51 años Padre Nuestro Padre Nuestro D: Francisco Regueiro M: - - Gaetano Donizetti |
1988 | 54 años Diario de Invierno Diario de Invierno D: Francisco Regueiro M: Antonio Alvarez Wolfgang Amadeus Mozart |
1993 | 59 años Madregilda Madregilda D: Francisco Regueiro M: Jürgen Knieper Frederic Mompou |
Otros Films: 1967 SI VOLVEMOS A VERNOS 1974 DUERME, DUERME MI AMOR Biografía: Director de cine, guionista, pintor y dibujante español, nacido en Valladolid. Estudió en su ciudad natal la carrera de profesor mercantil en los mismos años en los que además de dedicarse al fútbol profesional colaboraba como caricaturista en el periódico El Norte de Castilla. Con veintiún años se trasladó a Madrid, donde asistió como oyente a la facultad de Periodismo, lo que le sirvió para entrar a colaborar como dibujante en la revista La Codorniz. En 1957 ingresó en la Escuela Oficial de Cine de Madrid, donde empezó a interesarse por el cine y la cultura tanto norteamericana como europea. Durante este tiempo escribe relatos y cuentos y gana en 1961 el Premio Sésamo de literatura con el relato, Las muchachas de los cabellos de lino. Al año siguiente se licencia en la escuela de cine con el cortometraje Sor Angelina Virgen. Su primer largometraje, El buen amor (1963), trata de explorar la cotidianidad de una pareja de novios universitarios que deciden escaparse un día a Toledo, una ciudad de provincias que se erige también en protagonista. En este pequeño viaje, el director profundiza en su visión personal sobre la España de comienzos de los sesenta. Amor y desamor con el trasfondo de la mirada inquisidora de una España clerical y censuradora, elementos que hilvanan un poema cinematográfico preciso sobre la pareja y su contexto. Su segunda película, Amador (1964), es realizada con los actores Maurice Ronet y Amparo Soler Leal. El guion original fue duramente mutilado por la censura de la época. La película analiza los movimientos de un hombre en estado constante de huida que busca sin parar un espacio que pueda convertir en algo propio. En este continuo recorrer va acabando con la vida de las mujeres que se cruzan en su camino hasta que conoce a Laura, de la que se enamora. Laura acaba convirtiéndose en su propio verdugo. Es una de las obras más barrocas del director, aunque en ella se dejan entrever las constantes de toda su filmografía, la soledad, la búsqueda del padre, de unas señas de identidad, las contradicciones del ser humano, el humor transgresor e irreverente y el análisis de la España fría y provinciana del régimen de Franco. Regueiro rueda posteriormente Si volvemos a vernos (1967), con Esperanza Roy y Robert Parker. El argumento se centra en la historia de amor entre una antigua prostituta y Tom, un sargento norteamericano de color que trabaja en la base militar de Torrejón (Madrid) que vive aterrorizado por una posible guerra nuclear. Ambos sienten el desarraigo, la soledad, en un mundo que no les pertenece. Además de un relato de amor, la película es un documento de la época, de las reacciones de los españoles ante el americano de color. En Me enveneno de azules (1969), cuenta la historia de la vuelta a casa de un joven, hijo del 68, que en su reencuentro con la familia encuentra un estado de tensión y difícil equilibrio con sus antiguos afectos. Ya en la década de los setenta, dirige su siguiente largometraje, Carta de amor de un asesino (1972), con Serena Vergana y José Luis López Vázquez. En ella se cuenta la historia de un hombre que ha matado a la clientela de una cafetería en un acto final de desesperación, consumido por la mediocridad de la vida provinciana y por la insatisfacción personal absoluta. La ciudad entera se encuentra aterrorizada y solamente una mujer, la directora de la biblioteca municipal, será destinataria de unas cartas por parte del asesino, en las que manifiesta la soledad y lo irracional de la vida en general. Se trata de una de sus películas más personales. Duerme, duerme mi amor (1974), es una de las comedias más ácidas de toda su filmografía. Narra la historia de un tímido y discreto profesor al que ha tocado la lotería, secreto que tendrá que guardar ante la incomunicación que sufre con su esposa, siempre consumida por los nervios, que no le deja articular ni una frase. Ante la adversidad, el protagonista acaba por dormirla con unas gotas milagrosas que la transportan al dulce mundo de los sueños. En Las bodas de Blanca (1975), el tono cómico de su anterior película se convierte en un rictus macabro. Interpretada por Concha Velasco y Francisco Rabal y co-escrita con Ángel Fernández Santos, la película narra la historia de Blanca, una mujer que tras separarse de su marido intenta rehacer su vida volviéndose a casar con otro hombre. En ella se tratan los temas del amor, la pasión, la soledad y las ausencias. Es un viaje en el que al final puede encontrarse la esperanza. En la década 1975-1985 Regueiro no dirige ningún largometraje, dedicándose esos años al dibujo y la pintura y colaborando en diversas exposiciones tanto colectivas como individuales. De entonces data el libro de dibujos Ven, ven Lucifer. Padre Nuestro, película galardonada nacional e internacionalmente, se estrena en 1985. Escrita en colaboración con Ángel Fernández Santos, se trata de la película más madura del cineasta. Cuenta la historia de un viejo cardenal español residente durante casi veinticinco años en el Vaticano que, ante los pocos meses de vida que le quedan, decide volver a su pueblo natal para intentar poner sus asuntos en orden. A partir de ese momento el cardenal inicia una serie de reencuentros personales con su madre, su hermano, su antigua novia, la criada de la casa, con la que había tenido una hija, su nieta y con la gente del pueblo, hasta el momento del encuentro con la muerte. El humor y la trascendencia de las situaciones son combinadas con gran sabiduría. Ganará el Gran Premio de las Américas en el Festival de Montreal y diversos premios nacionales. Si en esta película las figuras de Caín (Fernando Rey) y Abel (Paco Rabal) aparecen encarnadas en la figura de los dos hermanos protagonistas, en su siguiente largometraje, Diario de Invierno (1988), el protagonista será un nuevo Caín, Eusebio Poncela, que interpreta a un comisario de policía que debe enfrentarse con su padre, Fernando Rey, un personaje insólito que se dedica a dar muerte dulce a quien la tiene amarga. El tema central fue ya recogido en anteriores películas, la bajada a los infiernos de la condición humana. El acercamiento hacia ese lado oscuro de la conciencia que no se quiere ver. Su última película fue MadreGilda (1993), una de las películas más personales y originales del director. Fue co-escrita con Angel Fernández Santos y en ella se cuenta la historia de las singulares y secretas reuniones que todos los primeros viernes de mes reunían a Franco y sus colegas de campaña en África. Todos guardan un secreto, el Caudillo (Juan Echanove), Longinos (José Sacristán, fiel amigo del general y dueño de un vertedero), Huevines (Antonio Gamero, pater de un regimiento de regulares) y Miguel (Juan Luis Galiardo, antiguo general del general, manco, católico y envidioso). Situada en Madrid en los fríos años cuarenta, la imagen de la actriz Rita Hayworth agrede a las mentes retrógradas de la época. Resulta un filme de increíble imaginación, en donde se hilvanan elementos trágicos narrados con ironía, esperpento y humor, como en el callejón de los espejos deformantes de Valle Inclán. Obtuvo el Premio de la Crítica Internacional en San Sebastián y Juan Echanove obtuvo un Goya por el papel de Franco. La trayectoria de Regueiro es una de las más singulares del cine español, con un cine muy personal, reflexivo, provocador, un cine que muchos identificaron con la trayectoria profesional de Luis Buñuel. Su obra, asentada en vivencias personales, reposa también en la amplia dimensión cultural que envuelve su vida, pilar indiscutible de su sensibilidad y agudeza crítica. © Emilio C. García Fernández Galardones: 1 Montreal Padre nuestro, 1985 |