Gaya

Ramón Gaya


 España | 1910-2005




1927 | 17 años
Bodegón de la mandolina
Óleo sobre lienzo.
Colección particular
47.5 x 54 cm.



1953 | 43 años
La Piazzetta
Acuarela.
Colección R. G. e I. V. Madrid
27 x 36 cm.



1961 | 51 años
Tejados de Madrid
Gouache sobre papel.
Colección particular. Barcelona
49 x 62.5 cm.



1962 | 52 años
Ponte Vecchio
Gouache sobre papel.
Colección particular. Madrid
46 x 62 cm.



1971 | 61 años
Los baños del Tevere
Gouache sobre papel.
Colección particular. Valencia
31 x 39 cm.



1972 | 62 años
Homenaje a Takanobu
Gouache sobre papel.
Colección particular. Valencia
54 x 75 cm.



1973 | 63 años
Retrato de Ana Font
Óleo sobre lienzo.
Colección particular. Barcelona
90 x 50 cm.



1979 | 69 años
Autorretrato con metrónomo
Óleo sobre lienzo.
Colección Caja de Ahorros del Mediterráneo
60 x 75 cm.



Biografía:
    Pintor y escritor español nacido en Murcia. Su padre, litógrafo de profesión, lo introdujo en el mundo de la pintura. Admirador del cubismo de Picasso al principio y de Velázquez, Tiziano o Van Gogh más tarde, con 17 años expuso en París. En la Segunda República, realizó decorados para obras de teatro de García Lorca y participó en el Pabellón de España en la Exposición Universal de París. Tras la Guerra Civil, se exilió en Francia hasta 1952, cuando emprendió viaje a México. En dicho país se enfrentó con Diego Rivera, mientras se relacionaba con artistas como Octavio Paz o Xavier Villaurrutia. En 1956, regresó a Europa y se instaló en Italia. Para él, Venecia era la capital de la pintura. Italia le sirvió de puente hacia su país natal, al que volvió en la década de los sesenta. Fue amigo del escritor Jorge Guillén y de buena parte de la Generación del 27, con los que compartió el camino de la tradición y un cierto rechazo a la vertiente superficial de la modernidad. Gaya, apasionado de la obra de Velázquez, se consideró asimismo un artista desarraigado y nunca siguió los dictados de la moda. Contemplar un cuadro de Gaya es sumergirse en un apasionante pulso con la luz, en un continuo juego de colores y luminosidades en el que la forma es sólo insinuación, la captación de la esencia íntima de los pequeños objetos. Como dijo él mismo en uno de sus versos: “Pintura no es hacer: es sacrificio, es quitar, desnudar, y trazo a trazo, el alma irá acudiendo sin trabajo."  © epdlp


Galardones:
Nacional de Artes Plásticas (1997)
Velázquez (2002)




Su obra literaria en El Poder de la Palabra



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