1295 | 28 años Crucifijo de Santa Maria Novella Témpera sobre tabla. Santa Maria Novella. Florencia 578 × 406 cm. |
1300 | 33 años El sueño de Inocencio III Fresco. Basílica San Francisco de Asís. Asís. 270 x 230 cm. |
1305 | 38 años El anuncio a Santa Ana Fresco. Capilla Scrovegni. Padua 200 x 185 cm. |
1305 | 38 años Llanto sobre el Cristo muerto Fresco. Capilla Scrovegni. Padua 200 x 185 cm. |
© epdlp 1305 | 38 años Capilla Scrovegni Frescos. Capilla Scrovegni. Padua |
1310 | 43 años Maestà di Ognissanti Témpera sobre tabla. Galería de los Uffizi. Florencia 325 × 204 cm. |
1314 | 47 años El festín de Herodes Pintura mural. Iglesia de Santa Croce. Florencia |
1328 | 61 años Bóveda de la cubierta Fresco. Iglesia de Santa Croce. Florencia |
Biografía: El pintor y arquitecto italiano más importante del siglo XIV. Su concepción de la figura humana, que representó con líneas amplias y redondeadas -en lugar de la representación plana y bidimensional de los estilos gótico y bizantino- indica una preocupación por el naturalismo que significó un punto de inflexión en la evolución de la pintura occidental. Giotto di Bondone nació en Colle di Vespignano, cerca de Florencia. Se sabe muy poco de sus comienzos, pero se cree que trabajó como aprendiz en Florencia antes de comenzar una carrera que le llevaría a Roma, Padua, Arezzo, Rímini, Asís y Nápoles. Toda su obra es de temática religiosa. Hizo sobre todo retablos y frescos para diversas iglesias. Muy pocos de ellos se mantienen en buenas condiciones y la mayor parte han desaparecido por completo o han tenido que restaurarse casi en su totalidad. En estos casos no existe plena seguridad sobre su autoría, y es muy probable que sean trabajos de sus seguidores o aprendices. Una de sus primeras obras famosas es el gran conjunto de frescos que ilustra las vidas de la Virgen y de Cristo en la capilla de la Arena, de Padua, acabado posiblemente en 1305 o 1306. Sus escenas se alejan de la rígida estilización medieval para presentar la figura humana con formas amplias y redondeadas, que parecen basarse más en modelos que en arquetipos idealizados. Se opuso a los colores vivos y brillantes y a las líneas largas y elegantes propias del estilo bizantino y prefirió trabajar con una representación más serena y realista. Se centra en lo humano y en lo real más que en lo divino y lo ideal, planteamiento revolucionario en una época dominada por la religión. Los escenarios (tanto en esta serie como en las demás obras) son fondos poco profundos, como cajas arquitectónicas, un poco más abiertos que los fondos totalmente planos de las pinturas bizantina y gótica pero sin llegar todavía al pleno desarrollo de la perspectiva que se lleva a cabo en la pintura renacentista posterior. Se cree que la Virgen y el niño entronizados (c. 1310, Uffizi, Florencia) pertenece al mismo periodo que los frescos de Arena y es la única tabla atribuible a Giotto. En ella se nota la influencia del pintor florentino Cimabue en la composición y en el estilo, pero es única en cuanto a la humanización del rostro de la Virgen. Existen dos ciclos de frescos en la basílica de Santa Croce de Florencia, que representan la vida de san Francisco y las vidas de san Juan Bautista y san Juan Evangelista, que se le atribuyen como obras posteriores. Aunque están restauradas en gran parte, representan el estadio más avanzado de su estilo, en el que las figuras humanas aparecen agrupadas en posturas dinámicas, que reflejan movimiento. Su obra se adelantó a su tiempo. La mayor parte de sus seguidores pintaron en una línea menos realista y más abiertamente decorativa. Habría de ser Masaccio, un siglo después, quien difundiera el estilo de Giotto, cuyo ejemplo fue crucial para el desarrollo de la pintura florentina posterior, y cuyo interés por la representación de la figura humana y del mundo visible se convirtió en una preocupación predominante durante el renacimiento florentino. Murió en 1337 en Florencia. © M.E. Su obra arquitectónica en El Poder de la Palabra |