1769 | 23 años La Triple Generación Óleo sobre lienzo. Colección particular |
1771 | 25 años Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes Óleo sobre lienzo. Colección particular. Madrid 33 x 40.5 cm. |
1771 | 25 años Sacrificio a Pan Óleo sobre lienzo. Colección José Gudiol. Barcelona 33 x 24 cm. |
1775 | 29 años Caza con reclamo Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 112 × 179 cm. |
1777 | 31 años El quitasol Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 104 x 152 cm. |
1784 | 38 años La familia de Luis de Borbón Óleo sobre lienzo. Magnani-Rocca Foundation. Mamiano 248 x 330 cm. |
1788 | 42 años Carlos III de cazador Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 207 x 126 cm. |
1788 | 42 años Los duques de Osuna y sus hijos Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 225 x 171 cm. |
1788 | 42 años La pradera de San Isidro Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 42 x 90 cm. |
1789 | 43 años La gallina ciega Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 269 x 350 cm. |
1792 | 46 años El pelele Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 267 x 160 cm. |
1793 | 47 años La muerte del picador Óleo sobre lámina metálica. Colección Particular 43 x 31.9 cm. |
1793 | 47 años Cómicos ambulantes Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 43 x 32 cm. |
1793 | 47 años Un incendio Óleo sobre hojalata. Colección José Varez. San Sebastián 43 x 32 cm. |
1794 | 48 años Asalto de ladrones Óleo sobre hojalata. Colección Castro Serna. Madrid 42 × 31 cm. |
1795 | 49 años La maja desnuda Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 95 x 188 cm. |
1798 | 52 años Milagro de San Antonio de Padua Fresco. San Antonio de la Florida. Madrid 550 cm. de diámetro. |
1798 | 52 años El aquelarre Óleo sobre lienzo. Fundación Lázaro Galdiano. Madrid 44 × 31 cm. |
1799 | 53 años El sueño de la razón produce monstruos Aguafuerte y aguatinta. Museo del Prado. Madrid |
1800 | 54 años Ferdinand Guillemardet Óleo obre lienzo. Museo del Louvre. París 186 x 124 cm. |
1800 | 54 años Escena de canibalismo Óleo sobre tabla. Musée des Beaux-Arts. Besançon 31 x 45 cm. |
1801 | 55 años La familia de Carlos IV Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 280 x 336 cm. |
1805 | 59 años Isabel de Porcel Óleo sobre lienzo. National Gallery. Londres 82 x 54 cm. |
1805 | 59 años La maja vestida Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 95 x 188 cm. |
1805 | 59 años Caníbales con restos humanos Óleo sobre lienzo. Musée des Beaux-Arts. Besançon 31 × 45 cm. |
1809 | 63 años El Empecinado Óleo sobre lienzo. Real Academia de la Historia. Madrid 87 x 64 cm. |
1812 | 66 años El coloso Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 116 x 105 cm. |
1812 | 66 años Frutas, botellas y pan Óleo sobre lienzo. Museum Oskar Reinhart. Winterthur 45 × 62 cm. |
1814 | 68 años Los fusilamientos del 3 de mayo Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 268 x 347 cm. |
1814 | 68 años La lucha contra los mamelucos Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 268 x 347 cm. |
1814 | 68 años La fragua Óleo sobre hojalata. Colección Masaveu 31 x 40 cm. |
1815 | 69 años Casa de locos Óleo sobre tabla. Real Academia Bellas Artes de San Fernando. Madrid 46 × 73 cm. |
1815 | 69 años Autorretrato Óleo sobre tabla. Museo del Prado. Madrid 46 x 35 cm. |
1815 | 69 años Tampoco Aguafuerte y buril. Museo de Calcografía Nacional. Madrid 14.9 x 21.6 cm |
1819 | 73 años Hombres leyendo Óleo al secco trasladado a lienzo. Museo del Prado. Madrid 126 × 66 cm. |
1819 | 73 años Cristo en el Huerto de los Olivos Óleo sobre tabla. Museo de la Residencia Calasanz. Madrid 47 x 35 cm. |
1819 | 73 años Visión fantástica o Asmodea Óleo sobre muro trasladado a lienzo. Museo del Prado. Madrid 123 x 265 cm. |
1820 | 74 años Perro enterrado en la arena Pintura mural pasada a lienzo. Museo del Prado. Madrid 134 x 80 cm. |
1823 | 77 años Dos viejos comiendo sopa Pintura mural pasada a lienzo. Museo del Prado. Madrid 53 x 85 cm. |
1823 | 77 años Duelo a garrotazos Óleo sobre revoco, trasladado a lienzo. Museo del Prado. Madrid 123 x 266 cm. |
1823 | 77 años Saturno devorando un hijo Pintura mural pasada a lienzo. Museo del Prado. Madrid 146 x 83 cm. |
1823 | 77 años Modo de volar Grabado. Colección particular |
1825 | 79 años Diversión de España Litografía. Museo Provincial de Huesca 30 x 41 cm. |
1827 | 81 años La Lechera de Burdeos Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid 74 x 68 cm. |
Biografía: Pintor y grabador español considerado uno de los grandes maestros de la pintura de su país. Marcado por la obra de Velázquez, habría de influir, a su vez, en Edouard Manet, Pablo Picasso y gran parte de la pintura contemporánea. Formado en un ambiente artístico rococó, evolucionó a un estilo personal y creó obras que, como la famosa El 3 de mayo de 1808, los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío (1814, Museo del Prado, Madrid), siguen causando, hoy día, el mismo impacto que en el momento en que fueron realizadas. Goya nació en la pequeña localidad aragonesa de Fuendetodos (cerca de Zaragoza) el 30 de marzo de 1746. Su padre era pintor y dorador de retablos y su madre descendía de una familia de la pequeña nobleza de Aragón. Poco se sabe de su niñez. Asistió a las Escuelas Pías de Zaragoza y comenzó su formación artística a los 14 años, momento en el que entró como aprendiz en el taller de José Luzán, pintor local competente aunque poco conocido, donde Goya pasó cuatro años. En 1763 el joven artista viajó a Madrid, donde esperaba ganar un premio en la Academia de San Fernando (fundada en 1752). Aunque no consiguió el premio deseado, hizo amistad con otro artista aragonés, Francisco Bayeu, pintor de la corte que trabajaba en el estilo académico introducido en España por el pintor alemán Anton Raphael Mengs. Bayeu (con cuya hermana, Josefa, habría de casarse Goya más adelante) tuvo una enorme influencia en la formación temprana de Goya y a él se debe que participara en un encargo importante, los frescos de la iglesia de la Virgen del Pilar en Zaragoza (1771, 1780-1782), y que se instalara más tarde en la corte. En 1771 fue a Italia donde pasó aproximadamente un año. Su actividad durante esa época es relativamente desconocida, se sabe que pasó algunos meses en Roma y también que participó en un concurso de la Academia de Parma en el que logró una mención. A su vuelta a España, alrededor de 1773, se presentó a varios proyectos para la realización de frescos, entre ellos el de la Cartuja de Aula Dei, cerca de Zaragoza, en 1774, donde sus pinturas prefiguran las de sus mejores frescos realizados en la iglesia de San Antonio de la Florida en Madrid, en 1798, fecha en la que comenzó a hacer grabados partiendo de la obra de Velázquez que, junto con la de Rembrandt, sería fuente de inspiración durante toda su vida. En 1789 Goya fue nombrado pintor de cámara por Carlos IV y en 1799 ascendió a primer pintor de cámara, decisión que le convirtió en el pintor oficial de Palacio. Goya disfrutó de una posición especial en la corte, hecho que determinó que el Museo del Prado de Madrid heredara una parte muy importante de sus obras, entre las que se incluyen los retratos oficiales y los cuadros de historia. Estos últimos se basan en su experiencia personal de la guerra y trascienden la representación patriótica y heroica para crear una salvaje denuncia de la crueldad humana. Los cartones para tapices que realizó a finales de la década de 1780 y comienzos de la de 1790 fueron muy apreciados por la visión fresca y amable que ofrecen de la vida cotidiana española. Con ellos revolucionó la industria del tapiz que, hasta ese momento, se había limitado a reproducir fielmente las escenas del pintor flamenco del siglo XVII David Teniers. Algunos de los retratos más hermosos que realizó de sus amigos, de personajes de la corte y de la nobleza datan de la década de 1780. Obras como Carlos III de cazador (1786-1788), Los duques de Osuna y sus hijos (1788) ambos en el Museo del Prado de Madrid, o el cuadro la Marquesa de Pontejos (c. 1786, Galería Nacional, Washington) demuestran que en esa época pintaba con un estilo elegante, que en cierto modo recuerda al de su contemporáneo inglés Thomas Gainsborough. Dos de sus cuadros más famosos, obras maestras del Prado, son, La maja desnuda (1800-1803) y La maja vestida (1800-1803). En el invierno de 1792, en una visita al sur de España, Goya contrajo una grave enfermedad que le dejó totalmente sordo y marcó un punto de inflexión en su expresión artística. Entre 1797 y 1799 dibujó y grabó al aguafuerte la primera de sus grandes series de grabados, Los caprichos, en los que, con profunda ironía, satiriza los defectos sociales y las supersticiones de la época. Series posteriores, como los Desastres de la guerra (1810) y los Disparates (1820-1823), presentan comentarios aún más cáusticos sobre los males y locuras de la humanidad. Los horrores de la guerra dejaron una profunda huella en Goya, que contempló personalmente las batallas entre soldados franceses y ciudadanos españoles durante los años de la ocupación napoleónica. En 1814 realizó El dos de mayo de 1808, la lucha contra los mamelucos y El tres de mayo de 1808, los fusilamientos en la montaña de Príncipe Pío (ambos en el Museo del Prado). Estas pinturas reflejan el horror y dramatismo de las brutales masacres de grupos de españoles desarmados que luchaban en las calles de Madrid contra los soldados franceses. Ambas están pintadas, como muchas de las últimas obras de Goya, con pinceladas de grueso empaste de tonalidades oscuras y con puntos de amarillo y rojo brillante. Sencillez y honestidad directas también se aprecian en los retratos que pintó en la cúspide de su carrera, como Carlos IV con su familia (1800, Museo del Prado), donde se muestra a la familia real sin la idealización habitual. Las célebres Pinturas negras (c. 1820, Museo del Prado) reciben su nombre por su espantoso contenido y no tanto por su colorido y son las obras más sobresalientes de sus últimos años. Originalmente estaban pintadas al fresco en los muros de la casa que Goya poseía en las afueras de Madrid y fueron trasladadas a lienzo en 1873. Destacan, entre ellas, Saturno devorando a un hijo (c. 1821-1823), Aquelarre (escena sabática) (1821-1823). Predominan los tonos negros, marrones y grises y demuestran que su carácter era cada vez más sombrío. Posiblemente se agravó por la opresiva situación política de España por lo que tras la primera etapa absolutista del rey Fernando VII y el Trienio constitucional (1821-1823), decidió exiliarse a Francia en 1824. En Burdeos trabajó la técnica, entonces nueva, de la litografía, con la que realizó una serie de escenas taurinas, que se consideran entre las mejores litografías que se han hecho. Aunque hizo una breve visita a Madrid en 1826, murió dos años más tarde en el exilio, en Burdeos, el 16 de abril de 1828. Goya no dejó herederos artísticos inmediatos, pero su influencia fue muy fuerte en los grabados y en la pintura de mediados del siglo XIX y en el arte del siglo XX. © M.E. |