Lisipo


 Grecia | 0370 aC-0318 aC




-0320 AC |
Hércules Farnesio
Bronce.
Termas de Caracalla. Roma
3.17 m.



-0330 AC |
Eros tensando el arco
Mármol.
Museos Capitolinos. Roma




-0330 AC |
Hermes de Atalante
Bronce.
Museo Arqueológico Nacional de Atenas




-0335 AC |
Apoxiomeno
Mármol.
Museos Vaticanos




Biografía:
    Escultor y broncista griego, uno de los tres grandes maestros de la escultura del clasicismo tardío junto a Praxíteles y Escopas. Nacido en Sición, su formación fue al parecer autodidacta. En el plano estético, Lisipo prolonga las ideas sobre el canon y la medida ilustradas por Policleto en su ‘Doriforo’, aunque en ningún momento nos encontremos ante un mero epígono. La obra capital de Lisipo es su ‘Apoxiomeno’, reconocida a través de una copia romana en mármol conservada en el Vaticano. En ella, un joven atleta aparece en actitud de limpiarse con un estrígil el polvo que cubre su piel. Entre las múltiples novedades escultóricas que incorpora la obra, destaca sobremanera su peculiar tratamiento del canon, todavía más estilizado que en Policleto, al reducir ligeramente el volumen de la cabeza, lo que genera una mayor esbeltez de conjunto. Asimismo, es destacable la relativa inestabilidad de la pose, propiciada por la pierna derecha -que no se apoya con firmeza en el suelo- y la sofisticada posición de los brazos, cuya tensión produce un escorzo magníficamente resuelto, permitiendo además una sensación de profundidad espacial inusitada. Lisipo, el más prolífico escultor de su tiempo, dejó, además del ‘Apoxiomeno’ y entre otras notables piezas que han pervivido a través de copias romanas, tres obras maestras de la categoría de ‘Hércules Farnesio’, ‘Eros tensando el arco’ y ‘Afrodita de Capua’, soberbios ejercicios anatómicos que representan lo mejor de su arte. Practicó con igual estro y perfección el retrato, tal y como nos confirman los bustos y cabezas de personalidades que nos han llegado, destacando sus retratos de Sócrates, Aristóteles y Alejandro Magno. Lisipo, que siempre tuvo a la Naturaleza y al ‘Doríforo’ de Policleto como sus maestros, es el canto del cisne de la escultura clásica griega; después de él sólo hallaremos figuras menores y obras de peso espaciadas, ejemplos evidentes de la relativa decadencia que supone la escultura helenística.  © José Antonio Bielsa



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