1849 | 25 años Ulises reconocido por Euryclée Óleo sobre lienzo. Ecole Nationale Supérieure des Beaux-Arts. París |
1850 | 26 años Phryne Óleo sobre lienzo. Van Gogh Museum. Ámsterdam |
1855 | 31 años Ensayo teatral en la casa de un poeta de la antigua Roma Óleo sobre lienzo. Hermitage. San Petersburgo |
1861 | 37 años El Flautista Óleo sobre lienzo. Palacio de Versalles |
1865 | 41 años Jinete árabe Óleo sobre lienzo. Colección particular 54 × 82 cm. |
1870 | 46 años C'est Un Emir Óleo sobre lienzo. Colección particular 71 × 104 cm. |
1871 | 47 años La Villette rodeada por las tropas versallescas Óleo sobre lienzo. Musée Carnavalet. París |
1882 | 58 años La marcha de las esclavas Óleo sobre lienzo. Colección particular |
Biografía: Pintor francés, destacado exponente del academicismo galo en su vertiente más comercial. Parisino, huérfano a temprana edad, Premio de Roma en 1849, profesor de la Academia Julian y futuro miembro de la muy pomposa Academia de Bellas Artes, gozó del más sonoro prestigio en vida -condecoraciones, encargos para la Ópera de París, para la de Montecarlo-, sufriendo tras los desastres de la Gran Guerra un olvido no por completo menos justificado. La pintura de Boulanger, esclava de las modas más triviales de dos generaciones acomodadas, fluctúa entre los influjos heredados de su referente medular, Paul Delaroche, y el gusto burgués dominante otrora, que oscila con desiguales resultados entre las imitaciones de otros academicistas de mayor categoría (Cabanel, Gérôme, Bouguereau) y su desatino característico en el modo de abordar los temas -trate Oriente, la Antigüedad, etc.-, donde los pretextos historicistas apenas consiguen superar el mero clisé decorativo. Tomemos como ejemplo una de sus obras más conocidas, ‘La marcha de las esclavas’ (1882): en sus múltiples trazos de virtuosismo, el conjunto apenas escapa del frío cromo escenográfico, tan elegante como inerte; Boulanger no duda incluso en mimetizar, por no decir plagiar, el reconocible estilo del entonces exitoso pintor holandés Lawrence Alma-Tadema, desde el asunto (una escena de la vida civil de la antigüedad clásica) hasta la factura pictórica (en este sentido, el tratamiento del mármol no puede resultar más revelador), aunque sin su manifiesta brillantez técnico-compositiva; un Alma-Tadema de segunda fila, más regular y menos brillante, podemos decir. Tras su pretendida seriedad, la artesanal pintura de Gustave Boulanger no escapa a estos tópicos. © José Antonio Bielsa Galardones: Premio de Roma (1848,1849) |