Las Criaturas (fragmento)Raimundo Sabunde
Las Criaturas (fragmento)

"Hemos experimentado transportes de júbilo; nosotros, habitantes de la tierra, nos hemos confundido un instante con los moradores del cielo. Destinados por Dios a contemplar al término de nuestra peregrinación la majestad de su luminosa presencia; ha desplegado ante nosotros esta escena de maravillas para fortalecer nuestra inteligencia, para acostumbrar nuestra vista al esplendor de tan elevados objetos, y familiarizarnos con la admiración y el estupor. Pero tomemos otra vez el hilo de nuestras meditaciones.
Nosotros tenemos deberes que cumplir para con Dios, con nosotros mismos y con nuestros prójimos; los conocemos, comprendemos y aprobamos, y sin embargo no los cumplimos; y no solamente no los cumplimos, sino que tenemos cierta aversión a dedicarnos a ello, y antes bien estamos inclinados a hacer lo contrario de lo que debemos hacer, y nosotros como a tal deber conocemos y aprobamos. Es ésta una verdad tan patente, que para descubrirla basta ponerse las manos sobre el corazón y analizar fielmente sus sentimientos. De ello vamos a dar una prueba. El hombre, según dejamos demostrado, debe buscar la honra de Dios en todo el tiempo, en todas las cosas, y con toda la extensión posible; y el hombre nunca anhela otra cosa que honrarse a sí mismo, sin que en conseguir esto trate en ningún modo de honrar a Dios; y a tanto llega el ansia de ensalzarse a sí propio, que despierta en él una fuerte y natural inclinación a procurar que todo se ofusque para poder él solo brillar más. Observad cuidadosamente a un hombre, y veréis que en todas sus palabras y cualidades descubre inadvertidamente, y a veces a pesar suyo, cierta inclinación y fuerza que tiende a rebajar injustamente sus propios defectos, y hacer resaltar con exceso las prendas que le hacen más grande y apreciable. Y aun más: veréis como encubiertamente se precia y se jacta de muchas cosas, y casi totalmente se las apropia, y procura y desea que crean los demás que son obra suya, por más persuadido que él esté interiormente de que dimanan de Dios; y lo que me parece, no sé si diga más estúpido o más perverso es que, éste vanamente se hincha, despreciando y abatiendo a aquéllos, en quienes no anduvo tan liberal y benéfica la mano del Criador. Dirigíos a un hombre de esos a quienes llamamos doctos, que es decir menos ignorantes que los demás, y decidle: Vos tenéis conocimientos que os elevan sobre la mayor parte de los hombres, sois mirado con distinción y respeto; pero acordaos de que si el Distribuidor soberano no os hubiese dado esa penetración de ingenio, ni os hubiese colocado en tales circunstancias, ni ayudado a vuestros progresos con tantas oportunidades favorables, con bienes de fortuna y con proporcionada salud, seríais ignorante como otros hombres. Este lenguaje podrá, a lo más, alcanzar una aprobación por compromiso, pero nunca el consentimiento; pasará por conforme a la verdad, pero no será admitido; porque todo se quiere atribuir a la propia industria únicamente, a los cuidados propios, ya que no puedan negarse los beneficios de Dios, se quiere por lo menos disimularlos, y ocultarlos impíamente. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com