La Nona (fragmento)Roberto Cossa
La Nona (fragmento)

"FRANCISCO.—Estuve pensando lo que me dijo... La verdad es que estoy muy solo.
CHICHO.—En mi familia va a encontrar un hogar, don Francisco.
FRANCISCO.—Además... bueno, para qué lo voy a negar. Ella me gusta mucho. Se entiende, ¿no?
CHICHO.—Bueno, más o menos. Pero en gustos, don Francisco...
FRANCISCO.—No le voy a decir que yo le gusto, pero... (Lo mira.) Supongo que habrá que ablandarla un poco.
CHICHO.—No, ya está decidida.
FRANCISCO.—Sí, pero la diferencia de edad...
CHICHO.—¡Vamos! No se va a fijar en eso. Lo importante es el compañerismo.
FRANCISCO.—No crea, que yo todavía... (Se golpea el pecho y ríe.)
CHICHO.—Sí, pero ella...
FRANCISCO.—Ella es un manjar. (Chicho hace un gesto.) ¡Vamos! Está bien que es parienta suya, pero tiene que entenderlo. Usted es hombre, también. Pero no crea... la diferencia de edad me preocupa. La verdad es que yo necesito una mujer de mi edad.
CHICHO.—Bueno... de edad... de la de ella... Añitos más, añitos menos, ¿eh? Además, la mujer madura tiene más experiencia... Es un poco mujer y un poco madre. ¡Bué! Ya está decidido. Habrá que fijar la fecha y... Eso sí, precisaríamos algún adelanto, ¿me entiende?
FRANCISCO.—Un momento... Las cosas hay que hacerlas bien. Antes quiero hablar con la madre.
CHICHO.—Con la hija, dice usted.
FRANCISCO.—Con doña María.
CHICHO.—La nieta.
FRANCISCO.—No hagamos líos. Yo quiero hablar con doña María y don Carmelo. Lo que diga la chica no me importa. Lo que importa es lo que dicen los padres. Así se usaba en mi pueblo.
CHICHO.—Ah... usted dice... Claro. Usted quiere pedir la mano de Martita.
FRANCISCO.—¿Y de quien estuvimos hablando todo este tiempo? ¿De su abuela?
CHICHO.—No, claro, claro... (Hace tiempo mientras piensa.) Sí, eso de la diferencia de edad es grave. Yo no lo había pensado. Martita tiene veinte años... No le gusta el trabajo... Bah, lógico. Quiere divertirse.
FRANCISCO.—Conmigo va a marchar derecho.
CHICHO.—Usted dice, pero después... Una chica así le va a hacer la vida imposible. No, don Francisco... tiene razón. Lo que usted precisa es una mujer mayor, que lo ayude en el quiosco, callada... Que lo escuche cuando usted habla...
FRANCISCO.—¿Anyula?
CHICHO.—Bueno... Anyula es un poco chiquilina. Lo ideal sería más madura.
FRANCISCO.—¿Sabe que Anyula me gustaba cuando éramos jóvenes?
CHICHO.—No, pero ahora está insoportable.
FRANCISCO.—La madre... Esa tuvo la culpa. Discúlpeme... es su abuela, pero ésa nos arruinó.
CHICHO.—Celos.
FRANCISCO.—¿Cómo?
CHICHO.—Fueron celos. Ella estaba enamorada de usted.
FRANCISCO.—¿La Nona?
CHICHO.—(Asiente, ceremonioso.) Me lo dijo a mí.
FRANCISCO.—(Lanza una carcajada.) ¡Mire usted! La vieja...
CHICHO.—Y todavía lo está.
Francisco lo mira.
CHICHO.—Es el drama de nuestra familia. Francisco... Francisco... se la oye por las noches.
FRANCISCO.—(Hace los cuernos.) ¡Cruz diablo!
CHICHO.—Es una historia de amor, don Francisco. (Le toma las manos y le habla lastimeramente.) Cásese con ella. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com