La falsa suicida (fragmento)Angélica Liddell
La falsa suicida (fragmento)

"Horacio.- (Saca recortes de periódico de alguno de sus bolsillos.) Quince hombres asesinados a cuchillo. Avión siniestrado: trescientos muertos. No hay supervivientes. Catorce mil muertos a causa de las inundaciones. Sepultados en una mina. No hay supervivientes.
Atentado terrorista con coche bomba: trece muertos. Cadáveres
irreconocibles. Hallada en avanzado estado de descomposición.
Matanza en las afueras. Cuarenta niñas degolladas. No hay
supervivientes. Fosa común. Todos recién nacidos. Los quemó vivos. ¿No es suficiente?
Ofelia.-Horacio, mastúrbate.
Horacio.- ¿No es suficiente para desear la muerte?
Ofelia.-Mastúrbate, por favor.
Horacio.-Mi padre se enamoró de otra mujer. Era una mujer muy
joven y muy hermosa. Y se fugó con ella a otro país, un país lejano, y tan hermoso como su amante. Entonces mi madre, que también era hermosa, se encerró en el baño y estuvo de pie, mirándose al espejo cinco horas seguidas. Después se metió en la cama con una botella de amoniaco y se la bebió. Estuvo vomitando una semana. Hasta que echó el estómago por la boca. Tenía treinta y cinco años y la cara pintada con bolígrafo. Se había dibujado las arrugas. Las arrugas...
Cuatro, cinco, no más. Tenía treinta y cinco años pero se murió de vieja. No de amor, no de celos. De vieja. Yo también tengo una arruga, aquí, en el cuello, es tan honda que los bichos pueden dormir dentro de ella. He cumplido treinta y parezco tu abuelo. Tócate el cuello, vamos. Algún día a ti te pasará lo mismo, y no pedirás luz sino penumbra. Y nadie te volverá a mirar. Serás tú la que mires y mires y remires la lisura, la pureza de las caras nuevas. Y sólo podrás pensar
en las cosas que no hiciste. Y nunca te volverán a dar el papel de Ofelia, virgencita suicida. Es el tiempo, Ofelia, el tiempo.
Ofelia.-Horacio, mastúrbate.
Horacio.-A los treinta tienes cuarenta. A los cuarenta te sientes como uno de cincuenta y cinco, y cuando llegan los cincuenta y cinco crees que ya has muerto.
Ofelia.-Córrete ya.
Horacio.-Hay dos opciones: volverse loco o trabajar, envejecer y morir.
Ofelia.-Horacio...
Horacio.-¿Para qué me esfuerzo en convencerte? Solamente hay que esperar.
Ofelia llora por primera vez y Horacio sale de la cabina conmovido, extraño, temblando.
OFELIA.- Ojos que no ven...Ojos que no ven...Haber visto lo que vi. Para ver ahora lo que veo. Ese hombre. Ese hombre...Que eterna se me hace la espera. Le estoy esperando. Realmente le estoy esperando. ¡Ah! El tiempo. Es el tiempo.
HORACIO.- ¿Dónde ha quedado la venganza? Se ha deslizado de repente por el tobogán de su cuello, su cuello inclinado, su cuello castigado por el tiempo, su precioso cuello. "



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