La fragilidad del bien (fragmento)Martha Nussbaum
La fragilidad del bien (fragmento)

"Por otra parte, tenemos al no-enamorado. (Recordemos que es un no-enamorado quien acaba de describir al enamorado). Llamémosle Lisias, hijo de Céfalo. (No es difícil imaginar a Céfolo dando a su hijo consejos similares). Lisias es un hombre bien situado, un triunfador, un destacado defensor de las libertades democráticas que pronto se hará famoso por su oposición a los oligarcas, un orador de renombre, celebrado por la claridad de su juicio y su sobria lucidez'”. Es un personaje urbano, crítico y encantador. Prefiere una casa en la ciudad a los paseos por el
campo. Ve la vida con claridad. Le desagradan los discursos grandilocuentes. Desconfía de las pasiones fuertes, tanto en sí mismo como en los demás; es sensato, amable y honrado. Ofrece a Fedro una amistad sensual controlada racionalmente.
Si Fedro decide hacerse su amante, ninguno de los dos verá el mundo de manera distinta. Ninguno «se convertirá en otra persona», posibilidad que Lisias teme y desprecia. La relación será agradable, estará llena de buena voluntad y de ventajas mutuas. Y lo más importante, permitirá a ambos conservar su autonomía y su integridad. Lisias está orgulloso de su integridad. (Afirma ver y juzgar a Fedro sin envidia, celos, pasión ni interés egoísta.) Su concepción de la objetividad se refleja en una prosa sobria y casta en la que no tienen cabida veleidades pasionales ni llamadas al sentimiento con metáforas y ritmos. El mensaje transmitido por su estilo oratorio es que la racionalidad es algo directo, cerebral, que surge únicamente del logistikón. Con un amante así, Fedro puede confiar en que no se producirán trastornos graves. Podrá ver a este hombre y conversar con él toda su vida en el mercado o en las reuniones públicas sin sentimientos de vergüenza, celos ni cólera. Jamás experimentará la sensación de estar huyendo de él.
Fedro parece hallarse ante una alternativa definida tajantemente: por una parte, el desapego benefactor de Lisias; por otra, la peligrosa pasión del amante enloquecido. ¿Qué decisión adoptará? Él es un hombre lúcido al que atraen los ideales de la salud, la cordura y el dominio de sí mismo. Se dedica al ejercicio físico con un celo poco común y se preocupa mucho de su salud corporal. No sorprende que un
joven así tema a la persona enamorada y que tenga formada una imagen devastadora de esta clase de locura. Tampoco llama la atención que un joven vulnerable descoso de alcanzar la fama y preocupado por conservar su autonomía juzgue atractiva la propuesta de Lisias. Innumerables feministas ofrecerían un consejo semejante a una mujer-Fedro; y sabemos que tendrían razón, si consideramos cierta imagen de la persona enamorada, imagen que, a menudo, se corresponde con la realidad. En palabras de Sócrates, los amantes aman a los mancebos como el lobo al cordero. Los corderos tienen motivos sobrados para intentar protegerse todo lo posible. "



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