Cuando los pájaros caen (fragmento)Rebecca West
Cuando los pájaros caen (fragmento)

"Laura esperaba que su madre no llorase, pues las demás personas del compartimento la estaban mirando cuanto permitía la cortesía. Era evidente que habían reconocido a papá, como siempre solían hacerlo, pues ninguno de los miembros más jóvenes del Parlamento era tan fotografiado como él. Además, mami tenía un aspecto extraño con el cabello dorado oscuro, sus grandes ojos verde grisáceo, sus prominentes pómulos, aquella palidez suya como de miel, su arrogancia de reina, su aire de persona incapaz y su espléndida ropa. Laura había notado que incluso a ella la miraban, debía de ser porque tenía su mismo cabello, ojos y piel. Desde luego, no era tan bien parecida como su madre ni mucho menos, pero no tenía que preocuparse de que mirasen a Tania, ya que ésta sabía guardar sus secretos. Sus emociones eran tan insólitas como su aspecto. Parecía haber sido despertada violentamente y no haber conseguido quedarse despierta por completo. Podía haber sido una mujer acostumbrada a dormir hasta mediodía y que por una vez se hubiera vista obligada a romper esa costumbre. El coche se movía mucho. Laura no podía leer y, aunque solía gustarle mirar por las ventanillas, el paisaje a lo largo de la vía parecía siempre inaccesible para paseantes, más verde y menos estropeado, pero hubiera necesitado estar despreocupada para poder disfrutar con la visión del paisaje. Tenía un nudo en la garganta. Su padre podía haberle dicho adiós por lo menos. ¿Qué estaría haciendo su padre para estropear aquella despedida y antes, en la plaza Radnage? Cuando ella volvía con su institutriz de sus clases por la tarde, a la hora del té, su casa resultaba tan inhóspita como un cuartel cuyos soldados estuvieran todos unos en contra de otros. Y no era que su padre y su madre se peleasen. Ello no habría sido posible pues el padre ni siquiera estaba allí para que se pelearan con él, ya que, excepto cuando el Parlamento estaba de vacaciones, él no se quedaba en casa durante la semana, excepto el viernes. Era como si la vida se fuese paralizando y enfangando en el hogar. Los libros de la biblioteca itinerante no eran cambiados en muchas semanas y su madre olvidaba sacar las entradas para los conciertos y la ópera aunque pudiese haber oído la música y los músicos que a ella le gustaban más. Tampoco las flores eran tan abundantes y hermosas como antes. "


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