La liberación del error (fragmento) Algazel
La liberación del error (fragmento)

"En esta ciencia, la especulación toda de los filósofos se reduce a enumerar las cualidades y el carácter del alma, y a pasar revista a los tipos y clases de caracteres y ver el modo de tratarlos y combatirlos. Los filósofos han tomado esta ciencia únicamente de los sufíes, pues al dedicarse estos últimos a adorar a Dios y a mencionar continuamente su nombre, al negarse a sus propios deseos y seguir la senda de Dios, y al rechazar los placeres del mundo, se les ha revelado en el curso de esta lucha el carácter, los defectos y las malas acciones del alma, cosas que han expuesto con toda claridad. Los filósofos, entonces, se las han apropiado y las han combinado con sus propias disquisiciones intentando con este subterfugio propagar sus falacias.
En la época de los filósofos, y en toda época, ha habido siempre un grupo de hombres piadosos, pues Dios no deja al mundo sin ellos, ya que son los pilares de la Tierra y gracias a sus bendiciones desciende el perdón sobre los que la habitan, como viene en la Tradición, cuando dijo el Profeta: «Por ellos os viene la lluvia y el sustento. las gentes de la caverna también eran de ellos».
En tiempos anteriores los filósofos estaban de acuerdo con lo que dice el Corán, pero al incluir en sus escritos asuntos del discurso de la Profecía y de los sufíes, se han originado dos clases de males: un mal por parte del que acepta sus doctrinas y otro por parte del que las rechaza.
El mal del que rechaza sus doctrinas es grave. Hay un grupo de gente de mentes cortas que cree que aquel discurso, puesto que está incluido en los escritos de los filósofos y mezclado con sus falsedades, debe dejarse de lado y no ser mencionado; más aún, que se refute a todo aquel que lo mencione, ya que no lo habían oído anteriormente más que a ellos, y a sus cortas mentes les había precedido la noticia de que era falso porque el que lo difundía era mendaz, como el que oye decir al cristiano: «No hay dios sino Dios y Jesús es su profeta» y lo rechaza diciendo: «Esto es una locución de los cristianos» sin pararse a considerar si el cristiano es infiel por la expresión de esta locución o por la expresión de su rechazo de la Profecía de Mahoma. Si no es infiel más que por la expresión de este rechazo, no le debe contradecir el musulmán más que en aquello en que es infiel y no en aquello que es verdad en sí mismo, aunque también lo sea según el cristiano.
Este es el modo de proceder de los cortos de entendimiento, quienes afirman que algo es verdad según los hombres que lo dicen y no a la inversa, pues no son capaces de saber si un hombre dice verdad a partir de la verdad en sí. El inteligente, en cambio, sigue al señor de los inteligentes, Ali, cuando dice: «No conozcas la verdad atendiendo a los hombres, más bien conoce la verdad y conocerás a la gente».
La persona inteligente conoce la verdad y luego considera la locución misma, y si es verdad, la acepta tanto si el que la profiere es verdadero como si es mendaz. Más aún, a veces se esfuerza por extraer la verdad de las locuciones de la gente extraviada sabiendo que en la mina de oro está la ganga y siendo consciente de que no hay mal alguno en que el cambista, por mucho que confíe en su vista, llegue incluso a introducir su mano en una bolsa de baratijas y extraiga el oro puro de entre el oropel y la quincalla, pues solo un rústico se abstendrá de tocar las baratijas, pero no un experto cambista, como rehuirá internarse en el mar el torpe que no sabe nadar, pero no un hábil nadador, e igualmente evitará el niño tocar una serpiente, pero no un diestro encantador de serpientes. "



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