Hasta aquí hemos llegado (fragmento)Petros Márkaris
Hasta aquí hemos llegado (fragmento)

"Voy agarrado del asidero, tambaleándome adelante y atrás cada vez que el trolebús frena bruscamente, mientras trato de ordenar mis ideas y la información que hemos obtenido.
¿Qué importancia puede tener que Langadás y Makridis fueran de Pápingos y yo de un pueblo de Kónitsa? La pobreza era la misma para todos nosotros, aunque Langadás tiene razón. Había dos factores que determinaban nuestro futuro: la suerte y la desgracia.
Langadás fue el más afortunado de todos y consiguió llegar a Estados Unidos desde su pequeño pueblo. Y no como emigrante, sino para estudiar y convertirse en un cirujano de renombre. Yo tuve menos suerte, pero, aun así, pude llegar a la Academia de Policía de Atenas porque mi padre era oficial en el cuerpo. Makridis fue el más desafortunado, pues su familia era de izquierdas. En aquella época pertenecer a una familia de izquierdas era como haber nacido con el síndrome de Down, era una enfermedad incurable. El padre de Makridis se lió la manta a la cabeza y se fue a Alemania, con la esperanza de encontrar allí una cura.
Todo esto está muy bien, pero ¿qué relación pueden tener estas dolorosas historias con el suicidio de Makridis y, sobre todo, con el asesinato de Nikitópulos?
Si los asesinos acabaron con éste para aterrorizar a los dueños de las academias privadas y contribuir a su cierre, la cosa tendría una lógica, aún más considerando que Nikitópulos llevaba años cobrando comisiones en negro.
Todo esto podría conducirme a una explicación muy bien fundamentada, si no la echase por tierra la fotografía escolar en que aparece el padre de Makridis. ¿Qué relación tiene el padre de Makridis con el asesinato de Nikitópulos? ¿Y por qué el padre precisamente y no el hijo? De acuerdo, el hijo se suicidó, pero el padre hacía años que había muerto. ¿Y qué significaba la nota enviada a la embajada alemana en la que se aseguraba que Makridis no se había quitado la vida sino que había sido asesinado?
Sé que no solucionaré el enigma hasta que conteste a tres cuestiones: quiénes son los Griegos de los Años Cincuenta, por qué afirman que Andreas Makridis fue asesinado cuando es evidente que se quitó la vida y qué relación puede tener la fotografía en que aparece el padre de Makridis con el asesinato de Jronis Nikitópulos.
Sigo dándoles vueltas a estos pensamientos cuando bajo del trolebús, pero en cuanto enfilo la calle de mi casa los alejo de mi mente. Me pongo en tensión, ya que no descarto que se le hayan subido los humos al guardia de los Juzgados al ver que su chulería de ayer no ha tenido repercusiones y tenga ganas de repetir la hazaña.
Sin embargo, la calle está desierta y llego a la entrada del edificio de pisos sin sorpresas desagradables.
Adrianí está sentada frente al televisor. Me extraña, en primer lugar, porque fue ella quien puso el televisor en cuarentena desde que estalló la crisis y, en segundo lugar, porque raras veces nos encontramos ella y yo solos en casa.
—¿Por fin esta noche volveremos a ser una pareja normal? —bromeo.
—No, es que alguien ha tomado la cocina por asalto y está preparando la cena —responde mi mujer riendo.
Voy a la cocina convencido de que me encontraré a Katerina, pero me topo con Zisis, agachado delante del horno.
—¿Estás cocinando? —pregunto, estupefacto.
—Como tu mujer me prohibió traer nada cuando me invitáis, he decidido prepararos la comida para corresponder a vuestra generosidad —responde él riéndose.
—¿Y qué estás cocinando?
—Pastel de verduras.
De repente, recuerdo algo que la estrecha amistad con Zisis me había hecho olvidar. Cuando se trata del tema de la derecha y la izquierda durante la Guerra Civil, Zisis es una enciclopedia ambulante. "



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