El oscuro designio (fragmento)Philip J. Farmer
El oscuro designio (fragmento)

"Antes de que pudiera recobrarse de la impresión, vio llamear antorchas. Se acercaron a ellos, lanzando la suficiente luz como para distinguir a sus portadores. Eran una docena de caucasianos bajos y de rostros oscuros con narices anchas picudas, vestidos de la cabeza a los pies con ropas a franjas de muchos colores. Sus únicas armas eran cuchillos de pedernal, todos enfundados.
Uno de ellos habló en una lengua que Burton pensó era semítica. Si lo era, sonaba como una antigua forma de esa familia lingüística. Podía comprender alguna palabra aquí allá, sin embargo. Respondió en Esperanto, y el que hablaba cambió a éste.
Siguió un rápido diálogo. Aparentemente, el hombre en la torre se había dormido porque había estado bebiendo. Había sobrevivido a la caída desde la torre cuando la balsa se había estrellado contra la isla y los había arrojado a él y al hombre que Burton había visto subir.
Este segundo hombre no había tenido tanta suerte. Se había roto el cuello. En cuanto al piloto, su suerte no había durado mucho. Había sido arrojado por la borda por sus coléricos compañeros.
Los grandes ruidos rechinantes que Burton había oído antes de que su barco recibiera el impacto procedían de la colisión de la proa en forma de V de la balsa contra los muelles y luego la dura roca de la playa. Esto había hecho que la mitad delantera de la V fuera levantada y la mayoría de las cuerdas de piel de pez que mantenían unidos los troncos entre sí se rompieran. La V había absorbido también la mayor parte del impacto, impidiendo de este modo que el resto de la balsa se despedazara.
Una sección del lado noroeste había sido arrancada, pero se había mantenido en su lugar obligado por el cuerpo principal de la balsa. Era un amasijo de masivos troncos lo que había impactado contra la Hadji II, aplastando la mitad inferior de su parte trasera. Tras el golpe, la parte delantera del barco se había hundido en el agua, mientras que la parte trasera, destrozada por el impacto, se desmoronaba y caía sobre —y entre— el amasijo de troncos.
Burton había sido lanzado hacia delante contra la roca por el impacto, había caído en cubierta, y luego se había deslizado por ella hasta el agua.
Por supuesto, la tripulación podía considerarse afortunada de que ninguno hubiera resultado muerto o seriamente herido. No, Owenone aún no había aparecido.
Había muchas cosas de que ocuparse ahora. En primer lugar, los heridos debían ser atendidos. Se dirigió hacia el lugar donde se hallaban los otros, bajo el resplandor de tres antorchas. Alice le rodeó el cuello con sus brazos y lloró cuando él la abrazó.
—No me aprietes —le dijo ella—. Me duele el costado.
Un hombre avanzó hasta él y le dijo que le habían encargado que se ocupara de ellos. Las dos mujeres fueron transportadas por algunos de los hombres de la balsa, mientras Frigate, gruñendo, les seguía apoyado en Kazz. Por aquel entonces la luz del día era ya lo suficientemente intensa como para que pudieran ver con claridad. Tras avanzar unos sesenta metros, se detuvieron ante una gran cabina de bambú techada con las enormes hojas del árbol de hierro. Toda la estructura estaba asegurada a la balsa mediante cuerdas de cuero atadas a clavijas fijadas en los troncos.
Dentro de la cabina había una plataforma de piedra sobre la que ardía un pequeño fuego. Los heridos habían sido acomodados en literas de bambú cerca de él. Por aquel entonces la bruma se había ido disipando. La luz era mucho más intensa, y todos se sobresaltaron al oír un ruido como de un millar de cañones disparando al mismo tiempo. Por mucho que oyeran aquel ruido, siempre les sobresaltaba. "



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