El décimo infierno (fragmento) "Un décimo infierno también para los cobardes, los que academizan, los que escriben a sueldo, los que clausuran polémicas y pensamiento, los sinceros de opereta, los transgresores de televisión, los televidentes adictos, los correctos de cartón, los que aplauden sobre la mesa y después se tocan los huevos por debajo, los que sonríen ante los poderosos, los genuflexos profesionales, los que siempre son funcionarios porque saben caer parados, los que siempre quedan bien y se las ingenian para tener un lugarcito donde calienta el sol, los que murmuran por lo bajo y los bien educaditos. Ya no hay esperanzas, éste es un país de borregos y desesperados. No sé si queda claro: me importa un cuerno si les parezco resentido, psicópata o la mar en coche. Me importa una poronga lo que piensen y quieran; lo que digo es que yo no admito ni permito que nadie me juzgue ni evalúe todo lo que hice, lo que hicimos a partir de aquel momento en que empezó esta historia, cuando con Gris decidimos matar a su marido. Un poco de respeto, señores, un poco de silencio por tanta tragedia acumulada. Un poquitín de discreción, vaya... Y así pensando salimos de la ciudad y emboqué el puente que va a Corrientes. Pensé que lo hacía sólo para tirar la faca y el atizador en el Paraná, desde lo más alto, es decir desde unos cien metros. Imposible encontrar nada que se arroje a ese río desde esa altura, por la profundidad que allí tiene y por la fuerza descomunal de las aguas. Jamás encontrarían las armas asesinas, me dije burlonamente. Que laburaran, que no les fuera fácil. Nada debía serle fácil a nadie, si dependía de mí, de nosotros. Y no lo iba a ser. " epdlp.com |