Ecos de París (fragmento)José María Eça de Queiroz
Ecos de París (fragmento)

"En el fondo, quizá sea cuestión de delicadeza y de suavidad. Matthew Arnold, el crítico más fino que ha tenido Inglaterra, sostuvo siempre que estas dos inapreciables cualidades le faltan al inglés completamente. Se trataba, claro, de una generalización excesiva, que provenía de que aquel delicado espíritu se había nutrido y arrobado en demasía con la literatura francesa del siglo XVIII. Pero al menos es cierto que, en Inglaterra, el populacho carece de delicadeza y de suavidad. En Francia, esas cualidades no le faltan a nadie.
Realmente, en estas fiestas rusas, lo más interesante y más conmovedor para mí ha sido la multitud. Hace días que dos millones de parisienses viven permanentemente apiñados en tres calles: el Boulevard de los Italianos, la Avenida de la Ópera y la calle de la Paz. La clásica sardina en su clásica lata, un mazo de cigarros densamente apretado, granos de café dentro de un panzudo saco que casi revienta, son pálidas imágenes materiales para expresar esta masa compacta de criaturas de Dios, que se mueve con la densidad y la lentitud de un metal mal fundido. Es la innumerable multitud de la época de Boulanger, el último creador de multitudes. Pero ahora no existe el entusiasmo, la agitación petulante y batalladora de aquellos días de cesarismo. Esta multitud permanece seria y enternecida. Y sobre todo suave. No hay ni una brusquedad, ni una impaciencia, ni un empujón. Las mujeres han llegado confiadas, con sus hijos al cuello. Tal es el decoro y el recogimiento que recuerda a una turba devota entre los muros de un templo. "



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