Música y macarrones (fragmento)Louisa May Alcott
Música y macarrones (fragmento)

"Después de agradecerle mucho, Tino abandonó el gran hotel, sintiéndose demasiado desdichado para pensar en lo que podía ocurrirle, pues todos sus sueños maravillosos quedaban deshechos, como el cesto de porcelana al cual ese personase de las "Mil y Una Noches" dio un puntapié mientras soñaba que era rey. ¿Cómo podía volver a casa enfermo, pobre y abandonado, después de todas las grandezas relatadas en su última carta? ¡ Cuánto se reirían de él los hombres y muchachas de la fábrica ! Cómo agitaría la cabeza Mariuccia, diciendo: "Ecco! ¡Tal como lo predije!" La misma Stella lloraría por él, lamentando verlo en tan triste situación. Y sin embargo, ¿qué podía hacer él? Ya no tenía voz ni guitarra: de lo contrario, podría haber cantado en las calles, y así ganarse el pan diario hasta que sucediera algo. Ahora estaba completamente desvalido, de modo que, muy contra su deseo, fue a ver si aparecía alguna oportunidad de llegar a su casa.
El día era lluvioso, así que nadie partía para el famoso paseo por el Camino de Corniche. Satisfecho por esta circunstancia, Tino fue a echarse en un banco del café donde a menudo había estado con Luigi. Como le dolía la cabeza y la tos no le dejaba tranquilo. gastó parte de sus fondos en jarabe y agua, a fin de calmar su molestar, y con lo demás pagó una buena comida.
Contó su triste historia al cocinero, quien le permitió dormir en la cocina después de haber fregado cacerolas como pago. Pero nadie lo necesitaba, así que por la mañana, después de una taza de café y un panecillo, se vio arrojado otra vez al mundo. No quiso mendigar, y a medida que se aproximaba la hora de la cena, el hombre le recordó a un humilde amigo, olvidado por él durante sus días de abundancia.
Le encantaba pasearse por la playa, leyendo los nombres de las embarcaciones allí amarradas, pues eran todos nombres de santos, y era casi lo mismo que ir a la iglesia el leer la prolongada lista de San Brunos, San Franciscos y Santa Úrsulas. Entre los pescadores, uno siempre tuvo alguna palabra amable para el muchacho, que trataba de navegar o conversar con Marco cada vez que no hallaba nada mejor para entretener sus horas de ocio. Al verse en aprietos, Tino lo recordó y fue a la playa en busca de ayuda, pues se sentía enfermo, así como entristecido y hambriento. "



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