Ay, Carmela! (fragmento)José Sanchis Sinisterra
Ay, Carmela! (fragmento)

"CARMELA. ¿Qué, qué?
PAULINO. Eso: ¿qué notas?
CARMELA. Que está soso.
PAULINO. (Sorprendido.) ¿Soso?
CARMELA. Sí: que no me sabe a nada.
PAULINO. ¿A nada? A ver… (CARMELA se lo da. PAULINO muerde un bocado.) Está riquísimo… (Sigue comiendo.) ¿Cómo puedes decir que no sabe a nada? (Ídem, con voracidad.) Yo lo encuentro en su punto: ni verde ni maduro. Y sabroso como… (CARMELA se ha puesto a sollozar quedamente. PAULINO comprende, deja de comer y va a devolverle el membrillo. Muy azorado, no sabe qué hacer.) Carmela, yo… Perdona… Tenías tú razón…
CARMELA (conteniendo el llanto.) ¡Con lo que me gustaban los membrillos…!
PAULINO. Carmela, por favor…, perdona… yo no… (Le ofrece.) ¿Quieres?
CARMELA. (Estalla en lágrimas.) ¿Para qué? Si no me sabe a nada…, a nada…
PAULINO. En realidad… sí que está un poco soso… Yo… (Súbitamente violento, arroja el membrillo y la increpa.) ¿Por qué lo hiciste, Carmela? ¿Por qué tuviste que hacerlo, di? ¿Qué más te daba a ti la bandera, ni la canción, ni la función entera, ni los unos, ni los otros, ni esta maldita guerra? ¿No podías haber acabado el número final y santas pascuas? ¿Quién te mandaba a ti ponerte brava, ni sacar las agallas, ni plantarles cara…?
CARMELA. (Furiosa, desde el llanto.) ¡No me grites!
PAULINO. (Igual.) ¡Tú eres la que no has de gritar!
CARMELA. ¿Por qué no?
PAULINO. ¡Porque estás muerta, y los muertos no gritan!
CARMELA. ¡Lo dirás tú, que no gritan! (Grita.)
PAULINO. ¡Ya ves!
CARMELA. ¿Qué veo?
PAULINO. Lo que has conseguido: tú, más muerta que… que una rata muerta, y yo…
CARMELA. ¡No me insultes!
PAULINO. Yo… ¡peor que muerto! ¿Qué pensabas ganar, eh? ¿Qué íbamos a ganar nosotros haciéndonos los héroes? ¿No era bastante haber aguantado casi dos años de guerra con nuestras «varietés»? ¿Te parece poco heroísmo ése? «Carmela y Paulino, variedades a lo fino»… ¡Menuda finura! Y de las capitales, a olvidarse, que hay mucha competencia… Y venga pueblo arriba y pueblo abajo, con los cuatro baúles… y el tonto de Gustavete, que es como llevar otro baúl, porque ni sirve para representante, ni para regidor, ni para tramoyista…
CARMELA. ¡No te metas con Gustavete!
PAULINO. ¡Eso: defiéndele! Ya salió Santa Carmela, patrona de los subnormales…
CARMELA. Para subnormales, tú. Que si no te hubieras dado tantos humos de artista con el teniente, no se le hubiera ocurrido hacernos actuar…
PAULINO. Ah, ¿no? ¿Y qué nos hubieran hecho?
CARMELA. Pues soltarnos y dejarnos marchar a las dos horas…
PAULINO. ¿Dejarnos marchar? ¿Dejarnos marchar, so cándida? Pero ¿tú sabes lo que es una guerra? ¿Tú tienes idea de lo que está pasando por ahí? (Señala hacia el exterior.) Anda: sal a dar una vuelta y verás lo que te encuentras… Asómate a la escuela y mira cuántos «niños» han metido allí, y lo creciditos que están, y cómo les hacen cantar la tabla del siete… Y luego ve por las afueras y cuenta la gente que han sacado a pasear y se ha quedado a descansar al borde de la carretera… Bueno, y sin ir más lejos: mira lo que han hecho contigo…
CARMELA. Ya está bien, ¿no?
PAULINO. Ya está bien, ¿de qué?
CARMELA. De restregarme por las narices que estoy muerta. Que hasta parece que te alegras…
PAULINO. ¿Que me alegro yo de…?
CARMELA. Bastante me pesa a mí, que ni el sabor de los membrillos noto.
PAULINO. ¿Cómo puedes decir que…? ¡Pero si eres tú quien…!
CARMELA. (Súbitamente, como escuchando algo.) ¡Calla!
PAULINO. ¿Qué pasa?
CARMELA. ¿Oyes?
PAULINO. (Escucha también.) ¿Oír, qué?
CARMELA. ¿No oyes nada?
PAULINO. ¿De qué?
CARMELA. Bombas, cañonazos…
PAULINO. Yo no oigo nada…
CARMELA. Sí, allá lejos… Bum, brrruuum, bummm.
PAULINO. No se oye ni una mosca, Carmela.
CARMELA. Yo sí. Lejos, pero muy claro…
PAULINO. Vamos, no te asustes… Son imaginaciones tuyas.
CARMELA. Te digo que no. Lo oigo muy bien… ¡Mira que si los matan otra vez…!
PAULINO. ¿A quién?
CARMELA. Hasta parece que los veo… Sí… Es allí… Las vías… La caseta… Hay humo… Explosiones…
PAULINO. Carmela, por favor…, cálmate… ¿Cómo vas a ver eso que…? Son imaginaciones… No se oye nada, no se ve nada…
CARMELA. Lo veo, sí… Caen muy despacio las bombas…, explotan despacio… Veo la tierra que salta… la metralla… (Va hacia su salida. PAULINO la retiene.)
PAULINO. Estás aquí conmigo, Carmela…, en el teatro… Estás aquí… ¿Adónde vas?
CARMELA. Ellos están allí… No huyen… se quedan quietos… andan despacio… se paran… ¡Van a matarlos otra vez! "



El Poder de la Palabra
epdlp.com