El quehacer de la teología (fragmento)Olegario González de Cardedal
El quehacer de la teología (fragmento)

"Revelación es realidad otorgada, potencia de vida, inicio de un futuro nuevo. Quienes se han encontrado con Dios comprendieron el encuentro en el sentido pasivo, como un ser encontrados por él e interpretaron esa visitación divina como invitación a compartir una forma nueva de vida, la propia de Dios, como sus amigos y compañeros de alianza. La revelación, así entendida, es la forma de vida que esos hombres reciben no sólo en el orden de la inteligencia (saberes) sino también en el orden de la voluntad (fines), en el orden del sentimiento (experiencia de cobijo y fortaleza), y en el orden de la acción (motivos y potencias). Si tuviéramos que elegir dos palabras bíblicas para describir esa realidad divina, principio nuevo de existencia, que el hombre vive a partir de su encuentro con Dios, elegiríamos "Shalom" para el Antiguo Testamento y "Xáris" para el Nuevo Testamento. Ambas palabras describen una realidad divina, presente a la vez que futura, que afecta al individuo pero también a la comunidad, que ya es presente pero a la vez es futura. Es lo que Dios comienza a ser para el hombre ya en el tiempo, en una relación vertical con él de la que nace una nueva relación horizontal con el cosmos, la comunidad y el prójimo. Para san Pablo el evangelio (de la gloria de Cristo, de la salvación, de la gracia de Jesucristo...) no es un libro sino algo mucho más fundamental y previo: una «dynamis», potencia transformadora comunicada por Dios al hombre que se abre a él y con la cual le otorga su propia santidad, su rectitud y justicia. Esa comunicación le hace pasar de una fe a otra fe, es decir de una forma de existencia «mundana» a una forma de existencia «teologal», determinada por la presencia amorosa y justificadora de Dios en él.
La revelación, pensada así como relación y realidad, es lo que está operando en la vida de los profetas, de los orantes, de los salmistas y de los «pobres» en el Antiguo Testamento, que viven abiertos a Dios, recordando sus gestas salvadoras, acogiendo su palabra, haciendo la experiencia de su presencia en el templo y viviendo de su promesa. Los salmos son un exponente de lo que estas realidades significan en la vida diaria a la vez que en relación con las instituciones salvíficas. Léase como muestra el salmo 72, cumbre de la experiencia religiosa en el Antiguo Testamento. Son las que
nos describe el Nuevo Testamento, inherentes primero a la persona misma de Jesucristo, comunicadas por él a sus discípulos y entregadas a los apóstoles como sus portadores autorizados y universalizadores. Con ellas constituye el nuevo Israel, la comunidad de la nueva alianza. "



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