En una estación de buen tiempo (fragmento) "-Si por lo menos te gustaran otros pintores –dijo Alice. ¿Otros? Sí, había otros. Podía desayunarse satisfactoriamente con las peras otoñales y las ciruelas de medianoche de las naturalezas muertas de Caravaggio. Para el almuerzo: esos girasoles de Van Gogh, retorcidos, chorreando fuego, esas flores que un ciego podría leer pasando rápidamente los dedos chamuscados por la tela en llamas. ¿Pero el gran banquete? ¿Los cuadros que le reservaba a su paladar? Allí, cubriendo el horizonte, como un Neptuno naciente, coronado de algas, alabastro, y coral, y blandiendo pinceles como tridentes en los puños de uñas de cuerno, y con una cola de pez suficientemente grande como para derramar lloviznas de verano sobre todo Gibraltar... ¿quién, si no el creador de Mujer delante de un espejo y Guernica? -Alice –dijo George Smith pacientemente-, ¿cómo explicártelo? Viniendo en el tren pensé: Señor, ¡es todo territorio de Picasso! ¿Pero era así realmente?, se preguntó. El cielo, la tierra, la gente, los ruborosos ladrillos rosados aquí, los balcones de espirales de hierro azul eléctrico allá, una mandolina madura como una fruta en las manos de mil huellas digitales de algún hombre, jirones de carteleras que volaban como confetti en los vientos nocturnos..., ¿cuánto era Picasso, cuánto George Smith que miraba fijamente alrededor con apasionados ojos picassianos? Renunció a una respuesta. Aquel viejo había destilado trementinas y aceite de linaza tan enteramente a través de George Smith que los líquidos le habían modelado el ser, todo período azul a la caída de la tarde, todo período rosa a la hora del alba. " epdlp.com |