La guerra de las imágenes (fragmento) "La difusión de la imagen barroca por doquier se vio impulsada por el auge de la pintura mexicana. Artistas cada vez más numerosos multiplicaron las réplicas de vírgenes y de santos. Entre ellos, Baltasar de Echave Ibía, que pintó esta Virgen del Apocalipsis en 1622. La imagen reforzó los nexos que unían a los conquistadores con los vencidos, y los indios rivalizaron en fervor con los españoles. La imagen barroca triunfó: invadió y saturó lo cotidiano, las moradas, los atuendos, los objetos familiares. El grabado permitió a los más humildes poseer una virgen, un santo, que fueron acogidos hasta en el oratorio doméstico más modesto: como esta Nuestra Señora de los Dolores de Cuernavaca, a la que invocaban las mujeres embarazadas, o éste Cristo al que rogaban los fieles de la hermandad de San Homobono. Y sin embargo, ¿se había ganado la guerra de las imágenes? Ello sería no contar con las reacciones de los "consumidores de imágenes", para empezar los indios que, ante la representación occidental, aprendieron a reproducirla bajo la dirección de las órdenes mendicantes. Si el artista del Códice Monteleone todavía tuvo dificultades para representar de frente a la Virgen y al Niño, el Pantocrátor policromo de Tepoztlán muestra una maestría de la que se asombraron los españoles, quienes se apresuraron a enviar a Europa esos incomparables mosaicos de plumas. " epdlp.com |